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UN LATIDO EN EL CORAZON DE SAN MIGUEL DE ALLENDE


El corazón de las ciudades coloniales mexicanas es su Plaza Mayor; de allí se extiende, como arterias, las calles y las plazas, ya sea en la tranquila red de un juego de ajedrez, ya en la alborada urdimbre de una desordenada telaraña. De origen medieval español algunas, renacentistas otras, diferentes todas, las ciudades siembran el paisaje de cúpulas, torres y azoteas; creemos, que los argos verticales indican “progreso” pero no bienestar. Dejemos que las capitales crezcan hacia arriba para que las provincias mantengan su telúrica dignidad antigua. ¿Romanticismo? No. Descanso.


                           

Si paseamos la arbolada plaza mayor de San Miguel el Grande, notaremos: dos de sus lados llevan arquerías, otro de ellos se abre para formar el atrio de la parroquia y el restante es cerrado. No hay lugar a la monotonía. Vayamos a la parroquia. No era así en el siglo XVII, cuando el arquitecto Marcos Antonio Sobrarías la edificó con su fachada de sobrio barroco y dos torres desiguales. Sin ser una maravilla, mostraba dignidad sumándose al conjunto hispano-mexicano de la Villa. Ahora tiene una fachada gótica, inspirada en alguna revista y hecha a principios de este siglo por lun albañil, Zeferino Gutiérrez. Ha perdido la gracia y el misterio del gran estilo medieval; así como las proporciones y la belleza. Olvidémosla.

                     

Por dentro es de buena estructura de planta de cruz latina, cúpula en el crucero y naves laterales abiertas. En la actualidad, muestra indebidamente su obra de mampostería, según moda que hace años comenzó bien, continuó mal y prosigue peor.





Reverenciemos al Santo Cristo del altar del crucero izquierdo: una escultura de caña, llevado a Pátzcuaro en el siglo XVI, hermosa y bien conservada. Pocas ciudades, fuera de Michoacán, pueden enorgullecerse de tener una imagen de hace cuatro siglos. El fonde de mosaico “bizantino” es poco adecuado, pero antes los vidrios no la dejaban ver. Es indispensable bajar a la cripta, de las poquísimas conservadas en México. Allí se verán tumbas policromadas y adornadas de claveras; lapidas interesantes, el sepulcro de un Presidente de la República, Anastasio Bustamante, y una magnífica bóveda plana que, según dicen, gustó al Archiduque Maximiliano, a él, experto en criptas sepulcrales como las de sus abuelos en Viena.


                                        

Al salir del templo debemos no admirar, porque no es muy bueno, pero sí venerar, el monumento al fundador de la ciudad, el ilustre misionero franciscano fray Juan de San Miguel. Fue hecho en 1942 para el cuarto centenario de la ciudad. Mas enfrente de él está una obra de arte:

                        

La casa donde nació el héroe Ignacio Allende, construida a mediados del siglo XVIII y es uno de los ejemplos de la arquitectura sanmigueleña; amplia puerta de entrada, con su frontón curvo entre vigorosos macetones y hermosa ventana con reja sobre la parte superior. En el friso dice “Hicnatus ubique notus, es decir Aquí nació el conocido en todas partes”. Sus balcones lucen hierros forjados de bellos dibujos que acentúan la magnificencia de la mansión. Allende era criollo rico. Mucho arriesgó -la vida- con levantar la bandera de la insurrección, en compañía de don Miguel Hidalgo. En el ángulo se ha labrado un nicho para poner una estatua de mármol, dizque de Allende, a manera de santo.


Antes de entrar al portal veamos dos casas; una, retrocediendo un poco, en la calle del Cuadrante, es la casa del Inquisidor. ¿Inquisidores en San Miguel? El nombre quizá se debe a que la habitó un “comisario” del Santo Oficio, aunque en época posterior a su construcción, que fue 1780, según clara epigrafía en el remate de piedra de la fachada. Casa pequeña, pero rica y ostentosa, con sus elaborados remates de los balcones y, en uno de ellos, una gran guardamalleta de triple colgadura. La otra es la casa del Insurgente Juan d Umarán, llamada “Casa de los Perros” por los que sirven de sostén al balcón principal.








Entremos al portal, que siempre es acogedor, y como el mundo moderno para no desperdiciar espacios no usa eso vanos de piedra que son refugio y encanto, gozaremos la vista de los pilares y de las sucesivas porciones de la plaza que nos van dando conforme caminamos. Estamos bajo un techo ilustres, el de la casa de la familia De la Canal, una de las más distinguidas de San Miguel de Allende. Antes d verla en su integridad, recordemos al fundador de ella en la Villa, don Manuel Tomás de la Canal. Nació este caballero en México, en 1701 y murió en San Miguel el Grande en 1749. Fue benefactor insigne de la Villa y construyó La Santa Casa de Loreto.

                                         

Este palacio fue construido por un nieto de don Manuel Tomás, el Regidor y Alférez Real don Narciso Loreto de la Canal y Landeta, a fines del siglo XVIII. Es sin duda, una de las residencias mas bellas de México. De estilo Neoclásico, por más que en ella abunden elementos barrocos y rococós. ¿Qué mayores columnas corintias que custodian su puerta y el nicho del segundo cuerpo? Además de los frontones curvos, tan gustados por los arquitectos renacentistas. La decoración de las enjutas y del friso, s cierto, son del barroco francés, pero eso sólo indica una riqueza incorporada al dibujo inicial, así como los escudos, el de la Casa Canal y el de la Casa Hervás, por doña María de ese apellido, esposa de don Manuel Tomás.

                                                       

En el nicho se inmoviliza una Virgen de Loreto, tan amada por el señor de la Canal, magnífica escultura que reposa sobre la Santa Casa. El palacio Canal es enorme. Hemos atravesado el portal o parte que da a la plaza. Vemos su fachada por la calle Real, ahora de Canal, con sus ocho balcones, tanto en el piso alto como en el entresuelo. Por dentro, el patio es severo y elegante, de altas proporcionadas arquerías y un paño cerrado, con óculos, en la parte de abajo. No olvidemos una humilde pero encantadora casa que esta junto a ella, con el medallón de la Trinidad sobre su puerta.

Detengámonos ante la Casa de la Conjuración, en la esquina de las calles del Reloj y de San Francisco. Si bien fue remozada en el siglo XIX, no sin cierta dignidad, conserva su antiguo patio. En el entresuelo de esta casa, mientras los viejos tomaban rapé o fumaban un puro en los corredores, los jóvenes discutían la manera de intentar la independencia.

                                        

Más importante resulta, sin duda, la Casa Lanzagorta, con su portal, que no es colonial, sino porfiriana, casa dignísima en su arcos y balcones, con un patio amplio, luminoso y bella fuente neoclásica en el centro.

A un lado de esta, con la calle del Correo de por medio, está la casa de los Condes de Casa de Loja, de apellido inicial Landeta. Su alto portón es severo, neoclásico, con su frontón triangular que se rompe para dar lugar al escudo de la familia. Arriba, un barroco remate, con la cruz de Lorena, para que no se olvida que, entre neoclásico y barroco, el mexicano prefiere la alegría del segundo.

Subamos por la calle del Correo para ver la Casa de Guerrero de Ocio, conocida por la Casa del Pachón, pero que nada tiene que ver con ese insurgente llamado Encarnación Ortiz, Casa de un piso de hermosa puerta labrada, con la fecha de 1797.

Si damos la vuelta por la calle de San Francisco nos indignamos ante uno de los atentados más estúpidos que se ha cometido en San Miguel. Hace años, donde ahora está un cine, se erguía, completa y respetable, la casa de los Aldama, héroe de la Independencia. Se dejó abandonada y pretextando mal estado de conservación, la derrumbaron y construyeron un jacal, grandote, para que los sanmigueleños se diviertan con películas que ya no suelen ser de calidad, ¡como si no hubiera habido otro sitio en la ciudad!

Repongámonos de la ira viendo la hermosa casa Lámbarri, del siglo XVIII. Su armoniosa fachada, su conservado patio de arcadas, nos consolarán del crimen edilicio de la Casa de Aldama.


Tomado de Artes de México

autor: Francisco de la Maza

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FOTOS ANTIGUAS:

LA PARROQUIA Y EL KIOSKO SANTA ELENA LOS SWANS ORIGINALES LA BALANZA MERCANTIL LOS SWANS ORIGINALES LOS SWANS ORIGINALES TRANSPARENTE DE LA P. DE SAN MIGUEL EL CHORRO Y LOS LAVADEROS ORIGINALES SANTUARIO DE JESUS NAZARENO LA CASA DEL MAYORAZGO DE LA CANAL CALLE MONTES DE OCA CALLE DE ALDAMA ANCHA DE SAN ANTONIO Y CODO CALLE DE CANAL CON VIA CALLE DE CANAL CON LA VIA CALLE DE HIDALGO CALLE MONTES DE OCA CALLE DE SAN FRANCISCO CALLE DE CORREO PLAZA PRINCIPAL CON ARBOLES CALLE ANCHA DE SAN ANTONIO CALLE DE HERNANDEZ MACIAS CALLE CANAL Y GARITA CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CANTINFLAS EN LA PLAZA DE TOROS CASA DE ALLENDE SIN ESTATUA C

HEBDOMADARIO

Hoy es el gran día en que San Miguel puede celebrar o seguir festejando el nombramiento de Ciudad Patrimonio Mundial alcanzado en la reunión de la Convención de la Unesco, celebrada en Quebec, hace 8 años y siguiendo los pasos de la capital del estado que 20 años antes habia alcanzado este derecho en la reunión de Brasil y si bien el 7 de julio fue aceptada la fecha oficial es diez de julio de 2008. Felicidades a quienes participaron en el largo proceso que significa el poder conseguir este nombramiento tan pretendido y sólo diez ciudades en toda la república mexicana lo tienen, solo diez. En el mundo global que nos tocó vivir las redes sociales y la información que se mueve por la autopista del internet nos rebasó desde hace mucho tiempo a muchos que, como yo, hemos rebasado loa docena de lustros, pero algunos estamos haciendo el esfuerzo por actualizarnos para no vivir en el pasado y tratar de comprender a nuestros hijos y nietos que viven aceleradamente el presente.

BIOGRAFIAS:

Romeo Tabuena, uno de los grandes pintores que han venido a radicar a San Miguel de Allende; a los 34 años de edad vino a México y al conocer la obra de los grandes muralistas mexicanos se quedó a radicar en nuestra ciudad. Aquí vivió con su esposa Nina, de origen noruego, su nombre completo era Romeo Villalba Tabuena  fue un pintor y grabador filipino que nació en la ciudad de Iloilo. Estudió arquitectura y pintura en Manila, Filipinas. También estudió en Nueva York y París. Sin embargo, conservó su nacionalidad filipina. Pintó el mural Filipiniana en la Embajada de Filipinas en Washington, DC En 1965, participó en la Octava Bienal de San Pablo arte como el artista filipina oficial y como el comisario de arte a partir de las Filipinas. El Museo de Arte de Honolulu mantiene su pintura Carabao, lo cual es típico de las pinturas animales del artista.           Tabuena aparece en Quién es quién en el arte americano, Internacional Quién es quién en el arte, y la Internaciona