EL AFILADOR
EL AFILADOR
Si San Miguel de Allende es un
escaparate de edificios antañones que nos recuerdan épocas pasadas del tiempo
colonial que cohabitan con servicios de clase mundial que le han hecho ganar
nombramientos muy justificados, tambien, hay algunas personas que, al ganarse
la vida, nos recuerdan imágenes de un ayer que no acaba de irse porque todavía
hay trabajo para ellos.
Cierto que ya no se ofrece el pan
en los domicilios que llevaba Don Benjamín Sierra en aqueo enorme canasto que
cargaba sobre su cabeza y que hacía nuestras tardes más deliciosas. Los vendedores
ambulantes que ofrecían enseres de cocina, muebles o ropa y que se pagaría poco
a poco con la visita del abonero. Quesos, leche, pulque y mucho, mucho más. Los
pregones tan variados y necesarios han callado.
Muchos mayores recordamos los
momentos en que en la calle tranquila se escuchaban los gritos de los pregones
de quienes ofrecían sus productos y servicios como este afilador que en pleno centro
del corazón de México se gana la vida después de avisar el consabido: ¡¡cuchillos
que afilaaaaarrr!!
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