EL BEATERIO DE SANTA ANA
En el año de 1715 a escasos tres años de la fundación de la Congregación
del Oratorio por el R.P.D. juan Antonio Pérez de espinosa, regresó a su natal Villa,
otro varón distinguido, rico en bienes materiales y del espíritu: don Juan Hipólito
de aguado y Yáñez. Nacido en San Miguel el grande en el ya lejano año de 155.
Hizo su fortuna trabajando como minero en el real de minas de Chihuahua.
Al contacto con hombres virtuosos de la talla del P. Pérez de Espinosa, surgió en su corazón el deseo generoso de dedicar su persona en la naciente Congregación y su no escaso caudal en beneficio de sus paisanos. En este mismo año de 1715 ingreso con los filipenses, aunque ignoramos la fecha de su ordenación sacerdotal la cual podemos situar alrededor de los años 1723 a 1725.
DOS COLEGIO UNO PARA VARONES Y OTRO PARA NIÑAS
El colegio para niños y adolescentes lo inician los padres filipenses
desde los primeros años del Oratorio: 1712-713. Sin embargo, como refiere el R.P.
D. José Bautista “los padres se preocupaban hondamente por un colegio de
niñas…” es decir, la Congregación desde su fundación en San Miguel se dedicó a
realizar “una importante obra para los jóvenes de ambos sexos”.
Desde esta apostólica preocupación nacido la decisión de
establecer un colegio siendo precisamente el P. Aguado quien unía en su persona
cualidades de varón virtuoso y acaudalado el que se encargo de llevarla a la práctica.
Donó de su peculio $ 40,000 pesos para tal efecto. Estos bienes, según las
Reales Cédulas estaban representadas por dos haciendas y 5,800 pesos situados a
redito.
El colegio se inicio en 1734. Una hermana del P. Juan Antonio,
Prepósito del Oratorio, se encargó de la enseñanza de las primeras alumnas. La
invitación para este puesto corre a cargo del R.P. Francisco Javier Pérez de
espinosa, hermano y cofundador del Oratorio en ausencia del P. Juan Antonio,
quien se encuentra para entonces en España. El P. Francisco Javier, permanecerá
en San Miguel hasta su muerte en 1751 desempeñando los mas importantes puesto de
la Congregación.
El ilustrísimo Obispo de Michoacán D. Juan José de Escalona
y Calatayud a cuya diócesis pertenecía entonces la Villa de San Miguel dio la
licencia para la fundación, bajo la condición de tener Oratorio privado. Los filipenses
se comprometieron a no convertirlo en beaterio ni hacer Oratorio público, ni
poner campanas.
Sin embargo, el P. Hipólito viendo el gran numero de mujeres
pobres y honradas que había en la Villa y en sus alrededores, promovió la fundación
simultanea de un Recogimiento en donde sin votos de ninguna clase, pudiesen las
buenas mujeres -viudas y doncellas- encontrar un refugio, una casa en donde
vivir en paz, sin que la presión de la miseria y soledad las hiciera caer en la
vida licenciosa. Serviría el Recogimiento de damas como apoyo al propio colegio
de niñas.
El ayuntamiento de la Villa elevó la solicitud de permiso
para tal objeto no sólo a las autoridades eclesiásticas sino también a las
civiles, con el fin de que la institución dispusiera de capilla publica, de tal
manera que, según los cánones de la época, las internas pudiesen asistir a los
actos religiosos al mismo tiempo que sus familiares o benefactores lo hacían al
otro lado de las rejas.
El fiscal de la Real Audiencia de México hizo una investigación
en 1736 de la que resultó que el Cura y Juez eclesiástico el alcalde Mayor y el
Padre Guardian del Convento de San Francisco reconocieron la necesidad de
fundar un Recogimiento que al mismo tiempo seria escuela para niñas, lo cual
beneficiaria doblemente a la Villa.
En tanto llegaban las aprobaciones de España, que siempre
tardaban años, los padres filipenses compraron una casa al oriente de la
iglesia del Oratorio, arreglándola con el propósito de establecer en ella el Recogimiento.
Además, alquilaron otra casa en donde empezaron a congregar
a mujeres honestas y pobres sosteniéndoles con los fondos que disponían
enseñándolas a vivir bajo un sistema y una mística igual a la que se vivía en
la institución del filipense P.D. Domingo Pérez Barcia en la Ciudad de México.
UNA INSTITUCION EN MARCHA
Sin perdida de tiempo el P. Aguado y sus compañeros oratorianos formaron el primer patronato de la institución quedando como primer patrono el P. Juan Hipólito. Los otros miembros fueron los RR.PP. Marcos Ortega, Martín de San Cayetano Jorganes y D. Antonio Silva quienes decidieron adquirir las propiedades que se ubicaban en la esquina de la segunda calle de Santa Ana (Calle de Insurgentes) con la calle llamada “que corre de norte a sur” (hoy calle de Reloj). En este lugar se inició la construcción del Recogimiento de Matronas y Doncellas y Colegio de Niñas de Santa Ana, institución que el pueblo y los eclesiásticos denominarán por dos razones: Beaterio de Señora Santa Ana. Primera: la fama de virtuosas con que se distinguieron sus internas. Segunda: el afán de alejar de la institución el contenido denigrante que acompañaba el nombre de otra institución también destinada a las damas: el Recogimiento para mujeres de mal vivir, o sea la cárcel publica para personas de su sexo y que el pueblo llamaba Las Recogidas. Esta es a nuestro juicio, la causa por la cual, en la antigüedad, como hasta nuestros días se le conoce como Beaterio a este lugar.
Como si eso no fuera suficiente, los fundadores procuraron
que el exterior de las enclaustradas tuviera una “imagen religiosa”, de tal
manera que su vestido ordinario consistió en el habito de las terciarias de
Santo Domingo: túnica blanca y escapulario del mismo color, velo negro, correa
negra por ceñidor y todo esto a pesar de no tener la condición de religiosas.
El R.P. fundador murió el 6 de febrero de 1751, a los 96
años de edad y 36 de vida flípense. Le suceden en la dirección de la
institución los otros miembros del patronato: padres Ortega, Jorganes y Silva,
además del P D. Manuel Ramírez de la Concepción, en su calidad de albacea del
finado.
La muerte del benemérito P. Aguado hizo surgir un problema,
normal en toda comunidad religiosa como lo es la Congregación del Oratorio: ¿tenía
la Congregación facultad, según sus Constituciones, para hacerse cargo y
responsabilizarse del Colegio y Recogimiento, tanto en el presente como en el
futuro?
No obstante, este suceso, la vida del Colegio y del Recogimiento
siguió su marcha ascendente. Los padres del Oratorio continuaron como
capellanes. En 1756 lo es el R.P. D. Juan Antonio Yáñez y todavía en 1777 lo será
el notable sacerdote, Sr. D. José Enríquez de Ribera amigo personal del Dr. Gamarra.
UNA INSTITUCION DE RENOMBRE.
El prestigio del Recogimiento fue patente y su fama voló de
boca en boca entre las familias sanmiguelenses, agrado tal que, en el año de
1756, cuando llegaron a la Villa las primeras Monjas Concepcionistas
procedentes de la ciudad de México, con el fin de fundar el Real Convento de la
Concepción, se les dio por destino, en el momento de su arribo al ya famoso Beaterio
de Nuestra Señora Santa Ana. El R.P. Antonio Ramos de Castilla nos refiere
aquellos momentos del 1 de febrero de 1756.
APROBACION REAL
El Recogimiento recibió aprobación oficial por medio de la
Cedula Real fechada el 8 de abril de 1753 con el nombre de “Recogimiento de
Santa Ana para Matronas y Doncellas honestas”
CARACTERISTICAS DE LA FUNDACION
El llamado Beaterio de Santa Ana fue esencialmente un lugar
de protección y no de corrección, aunque a través de los años en más de alguna
ocasión sirvió como clausura para alguna mujer arrepentida o bien, como
internamiento de alguna soltera acusada por sus padres, o acaso, alguna casa, repudiada
por su esposo. Situación muy frecuente en todos los tiempos.
EDIFICIOS E INSTALACIONES
En la actualidad lo que resta en pie de los antiguos
edificios se reduce a una casa, totalmente restaurada al poniente dl templo de
Santa Ana después de la expropiación decretada por el gobierno de D. Benito Juárez
esta casa se coinvirtió en rastro municipal. A partir de los años cincuenta del
presente siglo fue entregada en comodato para Biblioteca pública.
Las primitivas instalaciones situadas al norte
desaparecieron convertidas en corrales del rastro y otra parte de los anexos constituyen
en Hospital Civil Juan Manuel de Villegas y hoy oficinas administrativas de la Secretaría
de Salud. Históricamente este edificio tuvo las siguientes instalaciones:
·
REFECTORIO para cuarenta o cincuenta niñas y
otras tantas matronas.
·
UNA O DOS COCINAS
·
DORMITORIOS colectivos y recámaras individuales
·
SALAS de labor y de trabajo
·
AULAS para la escuela
·
INSTALACIONES SANITARIAS
·
OFICINAS y habitaciones de la Rectora
·
LUGAR PARA RECREACION
·
JARDINES, etc.
Referente a la habitación del P. Capellán. La tradición nos
ha transmitido como domicilio particular del P. Aguado y sus sucesores, la casa
ubicada en la calle de Santa Ana, hoy Insurgentes # 62. Esta casa ostenta en la
clave del marco de la puerta un corazón como símbolo de Caridad y Amor.
LOS PP DEL ORATORIO DEJAN OFICIALMENTE LA INSTITUCION
La primera etapa o primer periodo de esta benemérita
institución comprendió casi medio siglo de 1734 a 1783. En este último año los
RRPP del Oratorio en forma oficial deciden dejar el gobierno y dirección del
patronato del Recogimiento. El 18 de octubre de 1783 el Dr. Don Ignacio Antonio
Palacios, Cura párroco de San Miguel, recibe la renuncia oficial presentada por
el R.P. Prepósito del Oratorio D. Francisco de Unzaga y Menchaca, la cual fue
aceptada. Los Padres del Oratorio continuaron únicamente con el Colegio para
varones.
A partir de esta fecha el Recogimiento siguió su camino sufriendo y gozando los altibajos del tiempo de sus acontecimientos. Presencio la guerra de independencia, cuando se desintegró su funcionamiento; años más tarde volvió a la vida en forma precaria, para morir definitivamente, todavía con el hábito exterior de terciarias de Santo Domingo al llevarse a cabo las Leyes de Reforma. La sociedad sanmiguelense vio con mucho agrado el nacimiento de esta institución de la misma manera que vio con tristeza cuando en 1862 fueron lanzadas a la calle, las últimas moradoras de la misma. Sus puertas cerradas, sus edificio destruidos o vendidos y los restantes, convertidos en ruinas, servir para descuartizamiento de animales.
Fuente:
Estampas sanmiguelenses II
José Cornelio López Espinosa
Comentarios
Publicar un comentario