SEÑOR DE LA COLUMNA
Fray Jacob Aranaz, en sus Viñetas Sanmiguelenses,
nos cuenta su experiencia de esta costumbre, tradición bicentenaria.
Dice:
El sábado
de la semana de Lázaro –provistos de faroles, paliacates, velas, frazadas y
bordón-, al pardear la tarde, van camino de Atotonilco los romeros, dice Don Franco
Barajas. Al filo de la medianoche sale
del templo el Señor de la Columna envuelto en mantas y sedas para preservarlo
del relente y del polvo, y lentamente se inicia la procesión de 12 kilómetros
durante la noche. De cuando en cuando los peregrinantes se cambian para
compartir el conducir a hombros las imágenes, y se canta y se ora.
Este año es muy especial para la comunidad
filipense pues San Felipe Neri fue canonizado como otros cuatro hace 400 años y
con este fausto motivo ha habido y seguirá habiendo eventos que recuerden este
cuarto centenario. Y este santuario de Jesús Nazareno que gracias a él San
Miguel consiguió ser incluido como patrimonio mundial, pues, muchos lo saben
San Miguel fue rechazado varias ocasiones en su intento de ser integrante de
ese título por la mole que está en el centro de la ciudad y que tanto gusta a
propios y extraños, deduzco esto por la cantidad de fotografías que a diario se
toman de nuestra parroquia del centro. Pues por ese motivo arquitectónico en
medio de una ciudad colonial predominantemente barroca era eliminada. Fue a
instancias del Dr. Francisco López quien sugirió que se incluyera al singular
santuario joya de la pintura colonial mexicana y creación del oratoriano Luis
Felipe Neri de Alfaro que, se alcanzó el peso y talla necesaria para ser parte
de ese listado.
Ciertamente los sanmiguelenses han apelado a las
taumaturgas imágenes de Cristo para buscar la salud y la solución de sus
problemas.
Pero en el Santuario atotonilquenses existe otra
imagen de Jesús que recibe las preces de sus fieles a quienes corresponde con
inmensa predilección, el Señor de la Columna. A esta imagen se le rinde culto
en un nicho de la pared sur del Santuario. Es una escultura de Jesucristo de
tamaño natural en el momento de la flagelación, en madera policromada. La
tradición menciona que fue un encargo del señor Cayetano Vargas por haber
obtenido un milagro. La obra no satisfizo al patrocinador y fue necesario un nuevo
escultor que fue el Padre Remigio González (el mismo encargado del Santuario en
septiembre de 1810 y cuyos restos descansan en la cripta parroquial). Esta
ocasión si fue de su agrado y es la conocemos actualmente. La primera está en
el templo del Tercer Orden de San Francisco.
Se sabe que la primera visita que realiza a San
Miguel es en 1823. A partir de entonces es tradición ir por ella para traerla
en peregrinación el sábado de la semana anterior a la Semana Santa y su regreso
a Atotonilco, y será regresada a su lugar de veneración el jueves de la semana
de Pascua. Hace años, la imagen era regresada a la Casa de Ejercicios durante
la noche por ser requerida por ser parte de las actividades durante las tandas
de ejercitantes. Durante la gestión del padre Luis Parra se hizo una tercera
imagen del Señor de la Columna que desde entonces habita en ese santo lugar y
se terminaron las “fugas” nocturnas del Flagelado.
A más de la autorización eclesiástica necesaria para realizar este acto multitudinario existe un patronato que se hace cargo de la organización. El encargado actual es Miguel Ángel Ramírez quien heredó de su padre don Miguel dicho encargo. El equipo que preside se presenta a las ocho de la noche en Atotonilco para bajar las imágenes de Jesús, María y San Juan. Se les prepara para el viaje cubriéndolas con mascadas de seda para preservarlas del relente y del polvo. A las once de la noche salen del templo y reciben ahí la bendición del párroco el Señor Cura Fernando Manríquez Cortés. Se inicia la procesión que deberá llegar a la una de la mañana al arroyo de los Alambres (rancho de Santa Margarita), un poco antes de las dos de la mañana estarán llegando a la capilla de la Cruz del Perdón en donde el Padre Fernando oficiará una misa y proseguirá el cortejo, calculando llegar al Arroyo de la Arena a las seis de la mañana porque a las siete deberán entrar en la Avenida Independencia en donde se inician las cosas que son los lugares en donde depositan las imágenes para descubrirlas.
La nocturna peregrinación se alarga para los
jóvenes que acompañan a los adultos y el paso lento y denso agrega peso a las
piernas y los párpados. Los mayores, al contrario, por su fardo mayor, sacan
fuerzas de flaqueza y porque el camino es regado con rezos, alabanzas y…
lágrimas, que imploran perdón y misericordia. Al paso lento de los cargueros
que llevan el peso de las imágenes sobran interesados en querer así ofrecer un
sacrificio corporal. Por desgracia, al regreso de las imágenes el jueves de pascua
no sucede lo mismo. Se cuida la talla de los seleccionados, algunos, arguyen el
derecho que les da el venirlo haciendo desde hace muchos años.
La Virgen Dolorosa es llevada a hombros por
voluntariosas damitas que también reclaman ese derecho de género y San Juan
completa el sacro grupo a hombros de jóvenes que, como en los casos anteriores,
sobran. Antaño, el camino era, iluminado por machones de ocote, después faroles
y hoy por lámparas
Los cohetones anuncian la llegada a la población.
El patronato organizador distribuye tareas que son cumplidas con prontitud y
precisión. San miguel se ha mudado a las goteras de la población. Los judíos y
romanos, ataviados con vestimenta de época se apoderan de Jesús quien es
asegurado por un rudo lazo y cuerda al cuello, Él se deja conducir con
mansedumbre por un camino trazado de palmas, una verdadera selva de flores y
adornos. Su espalda desollada horroriza y ojos tristes buscan una respuesta a
su dolor. Sólo un cendal cubre parte de su cuerpo. A poca distancia le sigue
María, lacrimosa, enfundada en un manto de terciopelo azul y San Juan se
distingue por su tradicional vestimenta roja.
El camino de las posas al templo de San Juan de
Dios se recorre con dificultad por la cantidad de personas que esperan. El piso
es regado con pequeñas ramas de mastranto, heliotropo, fresno, hinojo,
manzanilla y pétalos de rosas. Todas las casas de esas calles lucen flores de
papel de china y macetas o floreros. Un auténtico túnel de arcos de flores. Los
limpios pisos están cubiertos por alfombras de aserrín con figuras y símbolos
semana santeros. La orquesta y coro infantil desgranan los sentidos cantos de
pasión que devuelven iconografías de un ayer que pensábamos perdido en la
memoria. Se insiste en la seguridad de los participantes a quienes se pide que
no se adelanten demasiado al grupo y que tengan cuidado en el trayecto. Los
cuerpos de emergencia hacen su labor. Los comerciantes la suya.
San Miguel, como el mundo entero, necesita la paz
y, respetando su punto de vista, no “fuimos” por Cristo, es Él quien viene por
nosotros en esta cuaresma que es un tiempo de misericordia, un tiempo de
bendición; en latín bendecir se dice benedire,
que significa: decir cosas buenas. Esta peregrinación es un itinerario de
regreso al Señor. Ése que por amor tenemos fijado por hierros en un madero pero
que hoy, nos visita, flagelado. Esas manos que prodigan perdón, misericordia y
salud están maniatadas. Ésas que lavaron mi cabeza dándome la bienvenida, hoy
lavan mis culpas con su sangre que a borbotones salta de esa piel hecha
girones. No, no lo fuimos a buscar y traer, él ha venido; dejémonos encontrar.
Porque antes de acompañarlo en el Monte Tabor, hay que pasar, con Él, en el
Monte Calvario. Es la oportunidad. El ciego de nacimiento no recibe gratis su
salud. Trabaja sus ojos con barro y saliva, pero el ciego colabora lavando sus
ojos, sólo así llega a la luz. Él respeta nuestro albedrío. Porque, como decía
Agustín con una expresión muy conocida: «Nos has hecho, Señor, para ti y
nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».
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