FOTOS ANTIGUAS:

 

JULIO DE 1742 

SE TRASLADA LA IMAGEN DEL SEÑOR ECCE HOMO A LA PARROQUIA DE SAN MIGUEL.

 

A la imagen del Señor Ecce Homo se le rindió culto en la primitiva iglesia de la Soledad, construida por los españoles fundadores de la villa de San Miguel, apoyados por los indígenas traídos de diferentes lugares vecinos, según las disposiciones del virrey don Luis de Velasco, levantándose la misma frente a la plaza principal, aledaña a las casas consistoriales.

Cuando en 1712 se entregó esta capilla para que sirviera de Oratorio a los padres filipenses, con el fin de adaptarla a sus necesidades litúrgicas y de predicación, la transformaron de una sencilla capilla a una esplendida iglesia, en cuyo altar mayor colocaron la venerada imagen de su titular, el señor Ecce Homo.

 

Este repentino cambio y el prestigio que los oratorianos alcanzaron en tan corto tiempo entre la sociedad sanmiguelense, desagradó al párroco, quien buscó la forma de quitar dicha iglesia a los mencionados sacerdotes. Sin embargo, en vista de que el papa Benedicto XIII concedió Bula de aprobación, el párroco resolvió llevarse la imagen a la Parroquia colocándola provisionalmente en el altar mayor, conformado por un ciprés barroco tallado a la usanza de los siglos XVII y principios del XVIII.

 

Siendo el párroco Jun Manuel de Villegas y Villanueva (1737-1776), se inició la construcción del camarín detrás del altar mayor. Se aprobó un proyecto que incluyó una cripta debajo del camarín, destinada para sepulcro de los párrocos y sacerdotes diocesanos que murieran en San Miguel; y sobre ella se edificó la capilla. La cripta resultó todo un éxito arquitectónico sobre cuatro pilastras o machones ubicados en las esquinas, se desplantan cuatro arcos escarzanos de peralte tan rebajados que dan la impresión de formar una bóveda plana, y a partir de ella se levantó una soberbia obra de arte, modelo de la arquitectura religiosa de ese periodo.

Señor Ecce Homo en su camarín cuando estuvo el transparente.

 

El interior del camarín contenía un pequeño altar barroco al centro, precisamente bajo la cúpula, en donde se encontraba la taumaturga imagen del titular. La imagen del Señor Ecce Homo lucía esplendorosa iluminada por el transparente, dentro de un ciprés policromado reluciendo por las centellantes lucecillas de los pequeños candiles. Desafortunadamente los cambios en el gusto artístico, tan característicos a fines del siglo XVIII y especialmente en el siglo XIX, así como el natural deterioro de los altares tallados en maderas de no muy buena calidad, propios del barroco tardío, hicieron posible que se justificara su destrucción y la parcial transformación de este recinto artístico religioso.

 

En una fotografía tomada en la primera década del siglo XX, en tiempos del cura José López Escobedo se ve la imagen del titular dentro de un niño y sobre un altar colocado en medio del arco triunfal de ingreso al camarín.

 

Fray Isidro Pérez de Espinosa menciona que la iglesia parroquial abrió sus puertas de par en par un día del mes de julio de 1742, para recibir en su altar mayor y de manera definitiva, a la más querida de las representaciones de Cristo Nuestro Señor, aquella imagen que desde los primera años de la villa fue el refugio de sus pesares, la milagrosa imagen del Señor Ecce Homo, y desde ese día en que en solemne procesión encabezada por el obispo Matos y Coronado fue trasladada del templo de la Soledad, presidirá desde el altar mayor todas las vicisitudes de su pueblo. Era párroco en ese tiempo, don Juan Manuel de Villegas.

Señor Ecce Homo de Santa Ana

Señor Ecce Homo del Oratorio de San Felipe

 

La imagen del Señor Ecce Homo es la más antigua de San Miguel y su culto se remonta hasta finales del siglo XVI en la Cofradía de la Virgen de la Soledad y el Señor Ecce Homo. Desde la ampliación de su capilla siempre presidió el altar mayor de su iglesia. Lo testifica una pintura retablo que se encuentra en la pinacoteca del propio Oratorio.

 

Fuente:

Estampas sanmiguelenses 3

Lic. Cornelio López Espinosa