PRIMER AYUNTAMIENTO INSURGENTE.
Fray Simón de la Mora del Colegio
de la Santa Cruz de Querétaro presentó un informe el 22 de febrero de 1811
sobre lo que presenció el 16 de septiembre del año anterior cuando llegó el
grupo insurgente y menciona en él: “…ninguna personal fiel al gobierno se
decidió a pasar por San Miguel por miedo de la plebe que es la que en el día
ocupaba aquel suelo porque las personas decentes y de alguna posición, huyeron
las más con [Ignacio] Aldama”.
La Dra. Guadalupe Jiménez
Codinach observa tres hechos derivados del análisis del informe:
1º.- el
fervor revolucionario de la villa de San Miguel;
2º.- la
participación entusiasta de la mayoría de su clero y
3º. El
sentimiento popular en fervor de la insurrección”
Citado por la Dra. Jiménez fray
Isidro delata: “Yo no vi otra cosa en los días que estuve en San Miguel sino
contribuir cada uno según pudo al fomento de la insurrección. A excepción de la
familia de los europeos (hablo de las mujeres porque los hijos de los europeos
fueron los peores), los inocentes párvulos, y algunos sacerdotes timoratos que
deplorarían en su interior tantos males, los demás fueron todos insurgentes. Y
esto en una villa que pasará de las doce mil almas. Hasta las mujeres se
olvidaron de la natural piedad de su sexo y se llenaron de furor de la
insurrección” (1)
En este ambiente se encontraron
aislados los peninsulares otrora todo poderosos en una villa que fraguó la independencia
instigada por el carisma de Allende y que, alumno de Calleja, participante del
Cantón de Jalapa de 1806 a 1808, siguió su ideal después del fracaso de la
fallida conspiración de Valladolid y desde el regreso a su villa natal promovió
la formación de grupos afines a la independencia.
Las reuniones tuvieron eco en
Querétaro y Celaya, en la villa sanmiguelense el punto de reunión era la casa
de su hermano Domingo, hoy conocida como la casa de las Conspiraciones en la
esquina de San Francisco y Reloj a las que varios guías mencionan asistía el
Padre de la Patria lo que no es exacto pues, apoyado en la respuesta que el
mismo Hidalgo da a la tercera pregunta de su proceso militar:
“Que es cierto que el declarante
había tenido con anticipación varias conversaciones con Don Ignacio Allende
acerca de la Independencia, sin otro objeto de su parte, que el de puro
discurso pues sin embargo de que estaba persuadido de que la independencia
sería útil para el reino, nunca pensó entrar en proyecto alguno, a diferencia
de Don Ignacio Allende que siempre estaba propenso a hacerlo, y el declarante
tampoco lo disuadía, pues lo que más llegó a decirles en alguna ocasión fue que
los autores de semejantes empresas no gozaban el fruto de ellas,; que así se
fue pasando el tiempo hasta principios del mes de septiembre (…) a la tercera
invitación a Querétaro y al presentarle más conspiradores “… se redujo el
Declarante a entrar por el Partido de la Insurrección, y en consecuencia empezó
a dar algunos pasos hacia la ejecución, mandando hacer como unas veinticinco
lanzas que se fabricaron en el mismo pueblo de Dolores y hacienda de Santa
Barbara”.
Al ser delatada la conspiración
queretana la corregidora Doña Josefa Ortiz envió al alcaide de la cárcel de
aquella ciudad, don Ignacio Pérez, a poner en alerta al jefe del movimiento don
Ignacio de Allende y al llegar a buscarlo y no encontrarlo le confió la
naturaleza de su viaje a Don Juan de Aldama por lo que éste le acompañó al
Pueblo de Dolores al que había partido Allende al medio día pues en la mañana
había estado con el Regimiento de los Dragones de la Reina en la celebración de
la Octava de la Virgen de Loreto. Informados los líderes de los acontecimientos
Hidalgo se pronunció por dar el Grito de Independencia.
Al paso por Atotonilco tomaron
una imagen de la Virgen de Guadalupe que a partir de entonces consideraron como
su patrona en esa lid y al llegar a San Miguel el Coronel de la Canal comandante
del Regimiento no apoyó a los hispanos y la villa se entregó al movimiento.
Allende tuvo que sofocar los robos que se hacían en los comercios de los
peninsulares lo que permitía el cura y que fue una de las primeras casusas de
disgusto entre ambos; finalmente éstos fueron encarcelados en el Colegio de San
Francisco de Sales.
Al día siguiente se tomó la
decisión de que se formara un Ayuntamiento a fin de garantizar la tranquilidad
publica y se eligió a las autoridades que recayeron en los principales
conspiradores:
Presidente:
Lic. Ignacio de Aldama y González
Regidores:
Lic. Luis Caballero y Lic. Don Juan José Humarán
Procurador
don Domingo Unzaga,
Alcaldes de
barrio Don Juan Benito Torres, don Miguel Vallejo, Don José Mereles y don
Antonio Ramírez
Quienes protestaron cumplir su
cometido.
Este Ayuntamiento celebró un
Acuerdo el 24 de septiembre en el que, teniendo en cuenta “la libertad de la
Nación que rompió las cadenas del despótico gobierno de los gachupines” dispuso
la detención de los reales, pólvora, cobre y otros utensilios de guerra que
transiten por los caminos y varios acuerdos más.
Poco duro este movimiento pues a
los seis meses sus cabecillas fueron traicionados y fusilados en Chihuahua,
pero la semilla había quedad encendida y, regada por la sangre de muchos
compatriotas daría fruto once años después proclamando el fin de esta Guerra de
intestina que hoy rememoramos.
(Colección de Documentos para la
Historia de la Guerra de Independencia de México de 1808-1821, 6 vols.)
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