UNA JOYA DE ARQUITECTURA RELIGIOSA.
El atrio o jardín de San Francisco es en realidad una rinconada, formada por los paramentos del templo de San Francisco y de la capilla de la Tercera Orden, perpendiculares entre sí. El atrio está dividido en cuadrantes ajardinados, y en su centro hay una fuente que substituye a otro, más grande y antigua que existió hasta hace pocos lustros. El perímetro del área jardineada está ocupado por una hilera de laureles cuidadosamente podados, rasgo característico de la arquitectura del paisaje urbano en el Bajío.
A principios del siglo XVII se inició la
edificación del convento de San Antonio hoy de la iglesia del mismo nombre
luego llamado de la Tercera Orden, que posteriormente compartiría su atrio con
la de San Francisco. La construcción se detuvo en 1638, quedando inconcluso el segundo
patio del convento, que sólo tiene un piso. Parte de la erección de la capilla
de la Tercera Orden se costeó con un legado de don Miguel Urtusáustegui, quien
en su testamento dejó $ 500 pesos para ese fin. La dedicación tuvo lugar el 28
de julio de 1713.
La iglesia de San Francisco comentó a construirse en 1779, disponiéndose para tal efecto de $ 27,734.00 pesos. Se sabe que $ 2,000.00 de ellos se ganaron con un billete de la Real Lotería, el resto se obtuvo de diversas donaciones. En 1786 estaban trabajando un maestro y nueve oficiales de cantera, diez secadores de cantero, un “oficial” de faya”, cinco arrieros, siete peones y un albañil. Ese año se gastaron $ 28,916 pesos en salarios y material lo que provocó en 1787 la suspensión de la obra por falta de fondos. Durante esta época el administrador de la obra fue el comerciante Manuel de la Fuente que al morir dejó el cargo a su sobrino, don Manuel Marcelino de la Fuente, también comerciante. La iglesia se abrió al culto el 13 de abril de 1799.
No se sabe quien fue el autor del
convento, ni quien hizo la portada churrigueresca de San Francisco, semejante a
la de Dolores. De la Maza cree probable que la torre del campanario sea obra de
Tresguerras.
Ya en nuestro siglo y debido a las leyes
liberales, el convento fue ocupado judicialmente el 23 de noviembre de 1926
recibiéndolo en nombre de la Nación el jefe de la Oficina Federal de Hacienda
local. La nacionalización se acreditó en León en 1938. En 1939, los edificios
que nos ocupan se entregaron a un encargado eclesiástico que se comprometió a
su reparación y conservación. Para esta época el convento estaba rodeado por
edificios de construcción reciente, por lo que el encargado planeó circularlo
con una barda “del estilo colonial”, cosa que por fortuna no ocurrió.
En el exterior del templo de San Francisco, en su portada, se concentran los signos del barroco mexicano. Su diseño muestra dos cuerpos y tres calles delimitadas por pilastras estípite. Pero las calles laterales prácticamente desaparecen ya que llevan Inter estípites o pilastras nichos con las mismas proporciones de las pilastras estípite, de modo que a primera vista cuentan visualmente lo mismo tanto unas como otras. El efecto se acentúa al llevar cada una plintos, capiteles, entablamiento y cornisas con resaltos. Lo que es notable, en todo caso, es que en esta portada se dejaron franjas lisas entre los estípites y los Inter estípites, lo que enfatiza su esbeltez y su apariencia ascendente.
En el primer cuerpo, la entrecalle central
contiene el vano de la puerta formada por jambas lisas con canaladuras y sencillos
capiteles de los que parte un arco orlado por el extradós, con ocho cabezas de
ángeles y un pequeño medallón en la calve. Este rasgo podía indicar la
presencia del mismísimo alarife que ejecutó la portada de San Diego de Alcalá,
en Guanajuato, donde también hay un arco orlado con cabezas, y, por cierto,
también entrecalles lisas entre estípites y los inter estípites. Encima de la
puerta, como elemento de transición entre el primero y el segundo cuerpo, hay
un medallón franqueado por figuras de ángeles con una notable figura en relieve
de la Inmaculada Concepción en su interior.
En el segundo cuerpo, el motivo central lo
constituye la ventana rectangular del coro y su intrincado jambaje, sobre los
que se levanta un Calvario de excelente factura, que guarda similitud con otro
en la portada de la parroquia de Dolores Hidalgo. Las pilastras estípite y las
pilastras nicho en el segundo cuerpo son similares a las del primero. Coronan
el imafronte dos pares de jarrones labrados que franquean la figura de bulto
del Santo de Asís, que ocupa el sitio central.
La portada de San Francisco se considera
entre las mejores del periodo churrigueresco. Sus principales características
se emparentan con las portadas de Dolores Hidalgo, Rayas y Cata, lo que hace
suponer a Tovar y De Teresa que todas ellas podrían deberse a Ureña, o cuando
menos, a su influencia. Su claridad y su riqueza se comparan favorablemente
también con la portada del Sagrario Metropolitano en la Ciudad de México, de
Lorenzo Rodríguez, y con otras de calidad semejante.
En cuanto a la torre de tres cuerpos atribuida a Tresguerras acusa una influencia tardía del ultimo barroco italiano, donde arquitectos como Borromini combinaban formas cóncavas y convexas en los desplantes de fachadas, torres o incluso en linternillas y de este modo imprimían movimiento a la volumetría de sus edificios. Tresguerras obtuvo efectos similares sin necesidad de recurrir a desplantes curvos. Le bastó disponer entrantes y salientes del primero y el segundo cuerpo del campanario, donde hay columnas de fuste liso y capiteles toscanos y jónicos respectivamente. Figuras de bulto prolongan en el tercer cuerpo el trayecto de las columnas del segundo. Aunque en este cuerpo el desplante adopta la base octogonal, los vigorosos resaltos del entablamiento y sus cornisas sobre las semicolumnas corintias de los vértices, así como los jarrones labrados que las rematan, continúan la sensación de movimiento que se prolonga hasta el cupulín, tomándolo a su vez por un ovo, de donde surge la cruz de hierro forado.
El templo de san Francisco está dispuesto
en forma de cruz latina orientada de sur a norte, de 60 metros de longitud y 27
entre los extremos d los brazos. Las primera s cuatro secciones de la nave y
los brazos del transepto, así como el presbiterio, van cubiertos por bóvedas de
cañón semicilíndricas con lunetos. También el sotocoro en el primer tramo lleva
un entrepiso con este tipo de bóveda, pero o su perfil es escarzano, y muestra
dos alas en voladizo sobre los muros de la nave, construidas con estructura y
barandal de madera.
El crucero lleva cúpula gallonada con
linternilla, y se desplanta sobre un tambor octogonal, que a su vez descansa en
los cuatro arcos torales de medio punto que, al elevarse, van dejando los
cuatro espacios donde se ubican otras tantas pechinas. Iglesias dispuestas en
cruz latina con estos mismos rasgos fueron muy frecuentes en la Nueva España
durante el siglo XVIII.
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