PROFR. MIGUEL MALO ZOZAYA
1 de mayo de 1972 fallece trágicamente el
Profr. Miguel Malo.
El 22 de diciembre de 1906 nació Miguel
Malo Zozaya, vecino muy querido de San Miguel de Allendes: historiador,
genealogista, arqueólogo, catedrático, político y promotor de la cultura,
conocido por sus amigos como Miguelito. Fue hijo de don Pedro José Malo y
Sautto, nativo de esta ciudad, quien fue Juez del Registro Civil y de doña
Consuelo Malo Zozaya y Cavazos, de la CDMX.
Su casa familiar fue la casa # 4 de la
calle de Umarán, conocida como la “Casa de los Perros”, debido a que las
ménsulas de cantera del balcón, tienen la figura de estos animales; esta
residencia fue construida por el Lic. Juan de Arenaza en el siglo XVIII y
habitada por sus nietos don Juan y don Vicente de Umarán, participantes con don
Ignacio de Allende en la Junta Secreta por la Independencia.
Se tituló como profesor de Química y
Farmacia por el Colegio del Estado (hoy Universidad de Guanajuato). Poco antes
de cumplir 25 años se casó con Magdalena Luna Polo el 21 de agosto de 1931, en
la ciudad de Guanajuato. Siempre tuvo inquietud por la investigación y, como pasatiempo,
le gustaba estudiar varios campos de la ciencia. De corta estatura y de cara
redonda y aniñada, se distinguió siempre por su desbordante ingenio, su
generosidad y su preocupación porque San Miguel conservara su sello tradicional
de población virreinal. Catedrático en la Escuela Secundaria del Estado, en el
Instituto “Las Casas” y el Instituto Allende.
Era el encargado responsable en la Botica
de Santa Teresita, en donde preparaba pócimas y recetas detrás del mostrador de
vidrio esmerilado. Fue diputado en la XLV Legislatura del Estado. Director
fundador del Centro Cultural “Ignacio Ramírez”, dependiente del Instituto
Nacional de Bellas Artes. Desde 1950 fue Inspector de Monumentos Coloniales y
miembro de la Junta de Vigilancia en pro de la conservación de San Miguel como
población Típica.
El 20 de febrero de 1962 notificó al
director del INAH el hallazgo de una pirámide en un lugar conocido como Agua
Espinosa. Coleccionista de piezas arqueológicas su colección quedó registrada
ante ese instituto con el # 44 de la Dirección del Registro Público de
Monumentos y Zonas Arqueológicas. Para mayo de 1964 eran 298. Su colección fue
creciendo llegando a sumar 5 116 incluidos braseros, pipas y ollas. Con una
parte de esas piezas Miguelito Malo abrió un museo para todo el público, en su
propia casa, en la esquina de Mesones e Hidalgo que fue conocida como Museo
Izcuinapan.
(datos tomados del libro “San Miguel de Allende, su ADN”)
El destino histórico llama una vez más a
los hijos de San Miguel de Allende, a la defensa de las libertades y virtudes
holladas por los sembradores de la discordia y el odio Miguel Malo Zozaya
ofrendó su vida para lavar con su sacrificio, su honor mancillado.
La prensa metropolitana y otros medios de
información, han enlodado ignominiosamente a un hombre honesto y probo,
historiógrafo de San Miguel de Allende y descubridor de las zonas arqueológicas
de esta región, para beneficio de la Nación Mexicana. Se le ha presentado a los
ojos del mundo como un saqueador de tesoros nacionales y como un defraudador de
reliquias históricas.
Don Miguel Malo Zozaya dedicó toda su vida, todas sus actividades y todos sus exiguos recursos económicos a la creación de una obra histórica y arqueológica de San Miguel de Allende y para San Miguel de Allende. Esto era su creación, su vida y lo que primordialmente alentaba sus actividades científicas. Quería entregar a la historia de San Miguel su pasado autóctono y tenía verdadero pavor de que estas reliquias arqueológicas se perdieran para siempre, al ser trasladadas a la Capital de la República.
Cuando en su casa-museo se presentaron agentes de la policía judicial federal, a cumplir con órdenes superiores de incautación de esas piezas arqueológicas, sintió que le arrebataban la vida y su más grande ilusión: de que San Miguel de Allende contara con su propio y natural patrimonio histórico y arqueológico, y ante los apremios y los insultos de la autoridad se arrancó la vida.
San Miguel de Allende, consternado,
respeta su memoria y exige enérgicamente que de inmediato sea reivindicado el
buen nombre de Miguel Malo Zozaya, que se permita la organización del museo que
él, con tanto cariño fundó, y que ese museo lleve su nombre, como público y
oficial reconocimiento a sus grandes méritos y sacrificios.
Los habitantes de San Miguel de Allende que firmamos este escrito, declaramos que conocemos la limpia trayectoria de Miguel Malo Zozaya y su prestigiada familia, cuyos antecedentes históricos arrancan desde las gestas heroicas de la Independencia nacional, y pedimos la rectificación oficial, que ponga, muy en claro la limpieza y honestidad de este insigne hijo de nuestro pueblo.
Lic. José Cornelio López Espinosa
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