LOS TUNELES SANMIGUELENSES.
El convento de San Francisco, la Santa
Casa o el Oratorio, indudablemente guardan bajo las lozas de sus pisos tales
pasillos subterráneos. Sin embargo, los túneles de San Miguel, mientras no
salgan a la luz del día y hagan acto de presencia seguirán siendo una leyenda
en donde se antojan tesoros ocultos fantásticos, arsenales propios de
anticuario que han llevado a más de un curioso a confundir los excusados de
pozos de la casa de Allende o del Mayorazgo de la Canal, en donde las aguas
corren en arroyos subterráneos, con los túneles de marras.
Dejemos que viva esta leyenda, como
recuerdo del pasado, pues si existen, deben estar en su mayor parte
interrumpidos y si vamos a creer a Beristain, reconquistada la villa por los
españoles, lo más probable es que fueran destruidos. Si se emplearon los tiros
de mina y sus galeras, necesitamos la pericia de los tuzos y la sangre de atole
de los mineros para violar su misterio.
Las leyendas apasionan en tanto no se
destruye su encanto, por ello será mejor que sigamos soñando. Soñemos que
debajo de nuestra casa se esconden tesoros. Que al fin y al cabo no cuesta
nada. Hay muchos sanmiguelenses que lo han logrado. Tal vez tú mismo lector, lo
has logrado: fabulosas riquezas ocultas o preciosas piezas para anticuarios.
Dejemos las cosas como están, que todavía San Miguel no necesita del metro para
viajar por caminos subterráneos.
Fuente:
Cornelio López Espinoza.
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