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TRASCENDENCIA DEL ORATORIO EN LA VILLA DE S M G HOY CIUDAD DE SMA

TRASCENDENCIA DEL ORATORIO EN LA VILLA DE S M G HOY CIUDAD DE SMA

 



La cofradía de Nuestra Señora de la Soledad

 

El virrey Don Luis de Velasco, Conde la Coruña dio licencia a los mulatos para que, en junio de 1593, se fundara su cofradía y se les concediera terreno para erigir una capilla. Los jesuitas misioneros trajeron tres devociones: El Sagrado Corazón de Jesús, El Sagrado Corazón de María y Nuestra Señora de la Soledad. El 1 de enero de 1595, se dio posesión del terreno a los mulatos para la capilla de la Cofradía, por el alcalde Agustín de Hinojosa y Villavicencio y el Vicario beneficiado don Juan Alonso Velázquez.

 

Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y del Santo Ecce Homo

 

Desde 1620 aparece con título de propiedad y es denominada: Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y del Santo Ecce-Homo. Aprobada POR Inocencio XI en 1682, con la diferencia que es para todas las personas a diferencia de la primera que es nada más para mulatos.

 

La fundación:

 

La iglesia del oratorio la primera en magnitud y antigüedad es de principios del siglo.

En el año de 1712 fue a la villa de san miguel el grande el bachiller don juan Antonio Pérez de espinosa, cura de Pátzcuaro, a predicar la cuaresma, invitado para ello por el cura don Cristóbal Ramírez. Cumplido su misión espinosa tan a gusto de las autoridades y vecindario, que se le invito a quedarse en san miguel a fundar la congregación de los padres del oratorio. No se hizo mucho del rogar el bachiller Espinosa, y aceptando el encargo se dirigió en pascua a Valladolid para solicitar el permiso del Obispo Ignacio Trujillo y el mismo obispo por su propia mano, extendió la licencia el 21 de abril de 1712” inmediatamente volvió a san miguel, donde hizo la fundación provisional el día dos de mayo con todo el aparato y solemnidad acostumbrados en la época colonial para los asuntos religiosos.

En la pequeña sacristía esta un gran cuadro de la virgen con el retrato de Jauregui como donante, ejecutado por juan Rodríguez Juárez, y una copia de la crucifixión de Carlos Lebrún hecha por Andrés de islas en 1872. Antes de la puerta del acceso al patiecillo hay un cancel de madera revestido de precioso cuero de cerdo va y en una pieza una pila de piedra para abluciones con una estatua de san Felipe, que desgraciadamente ha sido pintada. Se conservan también muchas reliquias traídas por el dar gamarra en su viaje a Europa, y algunos buenos muebles. En la parte exterior ostenta el oratorio una hermosa y original fachada de tipo barroco, muy notable tanto por su dibujo y buena factura. La torre es pesada, de color amarillo y no armoniza con el conjunto.


 

Los mulatos

En su obra el P. Isidro Pérez de Espinosa dice que la Capilla era de piedras y adobe unidas con lodo y el techo de vigas y romerillo, un poco más grande que las casas habitaciones de los mulatos. Medía 7 varas (84 cms) de longitud. A fines del siglo XVII Don Jerónimo Magdaleno, alcalde de la república de naturales, mayordomo de la cofradía, la amplía de cal y canto con puerta hacia el oriente. Los cimientos del actual templo los puso hasta el crucero el siguiente mayordomo de la cofradía Don Antonio de Jauregui, de la Señoría de Vizcaya. La prosigue el mayordomo siguiente Don Severino de Jauregui.

Los mulatos rechazaron la propuesta y cuando el Corregidor pidió se le llevara su parecer escrito y firmado, el mayordomo de la Cofradía sacó el papel que llevaba en el pecho y lo encontró en blanco, creyendo que había tomado otro por equivocación, fue a su casa y volviendo dijo que no había otro. Entonces, turbados, interpretaron que era un designio divino y cambiaron de parecer y aceptaron con las condiciones antes dichas.

 

El cura

 

En 1712 cuando se entregó esta capilla para que sirviera de oratorio a los padres filipenses, con el fin de adaptarla a sus necesidades litúrgicas y de predicación la transformaron de una sencilla capilla a una espléndida iglesia, en cuyo altar mayor colocaron la venerada imagen de su titular, el santo Señor Ecce Homo. Este repentino cambio y el prestigio de los oratorianos alcanzaron en tan corto tiempo entre la sociedad sanmiguelense, desagradó al párroco, quien buscó las forma de quitar dicha iglesia a los mencionados sacerdotes, sim embargo, en vista de que el papa Benedicto XIII concedió la bul de aprobación, el párroco resolvió llevarse la imagen a la parroquia colocándola provisionalmente en el altar mayor, conformado por un ciprés barroco tallado a la usanza de los siglos XVBII y principios del XVIII.

Siendo el párroco Juan Manuel de Villegas y Villanueva (1737) se inició la construcción del camarín, destinada para sepulcro de los párrocos y sacerdotes diocesanos que murieran en San Miguel; y sobre ella se edificó la capilla. La cripta resultó todo un éxito arquitectónico. La imagen del Señor Ecce Homo lucía esplendorosa iluminada por el transparente, dentro de un ciprés policromado reluciendo por las centellantes lucecillas de los ocho pequeños candiles. Desafortunadamente los cambios en el gusto artístico, tan característicos a fines del siglo XVIII y especialmente en el siglo XIX, así como el natural deterioro de los altares tallados en maderas de no muy buena calidad, propios del barroco tardío, hicieron posible que se justificara su destrucción y la parcial transformación de este recinto artístico religioso.

 

El ayuntamiento/comerciantes

 

Según viejos documentos de los archivos sanmiguelenses, esta feria principia a partir del año de 1640, teniendo como escenario la plaza de la soledad y las calles vecinas. Durante esta semana de fiestas, buen número de viajeros que transitan por el camino de la plata, se detienen en la villa para disfrutar del jolgorio, añadiendo con su presencia y con su dinero y mercancías la animación de la misma. Los mesones y las ventas resultan insuficientes para cubrir la demanda, de ahí que muchos vecinos hacen “su agosto” en enero, hospedando a los turistas de antaño. Esta demanda hizo que pronto el número y categoría de mesones, fondas y lugares de diversión aumentara considerablemente, haciendo más ricas las arcas de la Alcaldía Mayor.

Durante el día, mañana y tarde se daban “corridas de toros”, en el improvisado “coloso” de madera, levantado en pleno centro de la plaza de la Soledad, hoy “del Generalísimo Ignacio de Allende” y espacios vecinos. Había juegos públicos de naipes, rifas o loterías, chuzas, dados, cubiletes y palillos. Mención especial merece la venta indiscriminada de bebidas embriagantes, que, según expresión de nuestro cronista, quien alarmado comenta: “… ¿Qué diremos de los vinateros que venden de todos vinos con facilidad…? Dando como resultado que la feria del año nuevo se convierte en “…autentica embriaguez publica…

Había bailes y bailarinas venidas de fueras las cuales animaban la concurrencia, por lo tanto, no podía faltar las conquistas. El testimonio escrito que hemos encontrado no puede ser menos explícito, señalando con crudo realismo: “…los tugurios (que se establecen) son cuevas del demonio y de tacascuanes que se forman con una red del diablo, en donde con la capa de la noche hombres y mujeres pasean…” La feria del Señor Ecce Homo declina a partir de 1712, cuando los padres del Oratorio se hacen cargo de su capilla y luchan contra los abusos y excesos de una feria, demasiado profana, casi estilo fines del siglo XX.

 

La imagen del Señor Ecce Homo

 

Al saber el señor cura D Cristóbal Ramírez que el P. Juan Antonio Pérez había conseguido ya la Bula Pontificia de confirmación del oratorio por lo que sería imposible recuperar la antigua capilla del Señor Ecce Homo la solución consistió en el traslado de la imagen titular a la parroquia, pero previendo que el pueblo no aprobara este cambio, tomando en cuenta que su culto en la iglesia de la Soledad se remontaba a 1590, pensó en levantarle una magnifica capilla, en el altar mayor, a la manera de la catedral de Toledo: un camarín con transparente.

Las voces oficiales insistían acerca de que su culto había decaído en el oratorio desde el momento en que los oratorianos introdujeron en la antigua capilla de la soledad otras conmemoraciones piadosas como la octava de corpus, la Asunción de la virgen maría, la navidad y, sobre todo, los ejercicios cuaresmales y de semana santa. La imagen siempre estuvo en el altar mayor aun después de reconstruida y ampliada. Hay una pintura retablo que se encuentra en la pinacoteca en donde se sabe de esto.

En la parroquia se iniciaron las gestiones para levantar la capilla en 1928. A principios del 29 se autorizó al mayordomo de la cofradía don Gregorio Hernández fue autorizado as vender una superficie de terreno perteneciente al hospital de naturales para levantar ahí la capilla la que no se realizó tan pronto como se pretendía ya que la imagen fue trasladada por el Señor obispo Matos y Coronado hasta 1742, quedando en el altar mayor ya que el camarín todavía no se terminaba según consigna el padre fray Francisco Ajofrín.

 

El colegio de san francisco de sales

 

Inmediatamente que se fundó la congregación del oratorio se dedicaron los padres fundadores a enseñar a los niños, tanto españoles u criollos como indígenas, las primeras letras y doctrina cristiana gratuita, mente. Resultado de esta enorme labor educativa fue que en 1718 ya “habían aprendido muchos la lengua castellana y leer y escribir y contar”. También se enseñaba latín, “artes y estudios mayores con general aprovechamiento especialmente de los que no podían ir a la universidad de México ejecutándolo por dios y sin que mediasen interés ni humanos fines”, por lo que ese mismo año pedía el padre espinosa que se concediese fundar colegio en forma con la revalidación necesaria en la universidad real y pontificia donde se enseñase “gramática, retorica, filosofía y teología escolástica y moral, con calidad de que los que ahí estudiasen hubiesen de gozar del privilegio de poderse graduar en la expresada universidad.

El rey de España confirmó el deseo de los padres filipenses y les dio prueba de su bu no voluntad por la difusión de la cultura en su cedula del 18 de dic de 1734 en la que permitía el pase del breve del papa de 1727, que accedía a la erección del oratorio y agregaba: “por la presente confirmo y apruebo la nominada congregación y oratorio de san Felipe Neri de la villa de san miguel el grande de la provincia de Michoacán, concediéndole que pueda gozar de todas las calidades, exenciones, inmunidades y constituciones que los demás oratorios del mismo santo de aquellos y estos reinos y con facultades de que sus congregantes puedan enseñar públicamente a los niños en escuela y  a los mayores gramática, retorica, filosofía y teología, teniendo los que  ahí estudien el privilegio de graduarse en la universidad de México. Ordeno y mando a mi virrey del Reyno de la nueva España, audiencia real de México y demás ministros, jueces y justicias de él, y ruego y encargo al reverendo en cristo, obispo de Valladolid, no pongan ni consientan poner al padre Pérez de espinosa y demás eclesiásticos de la congregación embarazo ni impedimento alguno…”

 

Obras:

 

Santa Casa

 

En el crucero izquierdo del templo de oratorio una bella portada de piedra dorada con dos pares de columnas salomónicas que sostiene el balaustre y rematando en una ventana con marco dorado, conduce a la santa casa de loreto, fundación y construcción de don Manuel tomad de la canal en el año de 1736 con un costo de $ 36,000 pesos “no habiendo concurrido para ello otra persona ni por vía de limosna ni por otro motivo por la más mínima cantidad”.

Ya don Manuel tomas había sido benefactor de la que en Tepotzotlán está edificada cuya copia reprodujo en San Miguel, superándola en ciertos aspectos. Su piso es de azulejos azules, amarillos y verdes y él te cho cubierto con medallones dorados con espejuelos en medio, haciendo “un hermoso joyel de filigrana con su bello camarín con retablos labrados y dorados y toda ella adornada de azulejos policromados, chinos, valencianos, poblanos; con ricos cortinajes de tisú costosos adornos, inapreciables cuadros de famosos pintores, reliquias de santos, colecciones de arcángeles en escultura y pintura y las estatuas votivas de sus nobles fundadores” (diez de Sollano”.

En el altar, en grandioso nicho de aristas de plata, está la bella imagen de la virgen de loreto (italiana) ricamente vestida. Las estatuas del señor de la canal de talla policromada de hinojos y sosteniendo lámparas votivas en recuerdo de su fe son seguramente las más hermosas que hay en su género que hay en México. El camarín posterior es de planta octogonal con sus pilastras adosadas a los muros y de las cuales arrancan cuatro arcos que, al cruzarse forman la estructura de la bóveda y sostienen la grandiosa linternilla, tal y como está el camarín de loreto de Tepotzotlán. Tiene tres maravillosos retablos grandes de madera dorada con esculturas estofadas y algunas pequeñas de marfil.  Su piso de azulejos tiene al centro el escudo de la casa real española. La bóveda fue pintada de nuevo cuando se renovó en 1834, con asuntos de la translación de la santa casa.

 

La Salud

 

Esta capilla tiene una historia muy interesante: se coloca la primera piedra el día 8 de abril de 1717, por el Visitador del Obispado D. Mateo Espinoza e Hijar. Se terminaron los trabajos y se bendice en 1723 por el R.P. Propósito D. Maciel Betancourt, C. O., gracias entre otras cosas, a los trabajos y desvelos del P.D. Juan de Dios Arcila y Velasco, Oratoriano, quien recorre la Diócesis de Valladolid, pidiendo limosna para este fin. A partir de ese momento se convierte en el Oratorio Parvo, cuyos miembros dan origen al rezo cantado del rosario que mensualmente el día 19 recorre las calles de la villa.

En 1734, once años después de terminado el Templo, el P.D. Luis Felipe Neri de Alfaro, recién ordenado sacerdote es nombrado Prefecto del Oratorio Parvo, el cual movido por su piedad y entusiasmo viendo la pobreza e incomodidad de la capilla (era estrecha y techada de viguería y tejamaní) aprovechando la presencia de un arquitecto de gran prestigio venido de la ciudad de México con el objeto de construir la Santa Casa de Loreto por encargado de D. Manuel Tomás de la Canal, cuya primera piedra fue colocada el 7 de febrero de ese año, dada la amistad del padre Alfaro con el Sr. De la Canal, nada difícil fue que el autor de la Santa Casa aceptara hacer los planos y dirigiera el humilde trabajo solicitado por el Padre Prefecto, consistente en una nueva capilla.

 

Santa Escuela

 

Conocida por el nombre de “Templo de la Fundación” además de “Parroquia Vieja”, conservó hasta 1742 sus características primigenias. De dimensiones relativamente pequeñas, abarcaba dos tramos, además del altar o presbiterio. Esta distribución se puede apreciar en las bóvedas en donde el tramo correspondiente al presbiterio es más corto. Poseía techo de artesanado de madera a dos aguas, cubierto de tejas. En sus primeros años debió estar acompañada por un pequeño campanario. Se levanta sobre una rampa de diez escalones. Su antigüedad se remonta a los años de 1552 a 1554.

El Obispo de Michoacán, D. Francisco de P. Matos y Coronado autorizó en el año de 1742 a los RR. PP. Martín Zamudio y Luis Felipe Neri de Alfaro, ambos de la Congregación del Oratorio para que fundaran en esta iglesia la Hermandad de la Santa Escuela de Cristo, según documentos y el testimonio de una pintura conmemorativa que se encuentra en la propia iglesia.

La imagen de Nuestro Padre Jesús el Nazareno no se encontraba en la iglesia en 1756, pues el P. Ramos de Castilla la habría mencionado, por lo tanto es probable que aún no se mandaba construir y resulta verídica la tradición que afirma acerca de que la procesión del Viernes Santo, en sus inicios, salía del Santuario de Atotonilco trayendo la imagen del Jesús Nazareno del propio Santuario, acompañando al P. Alfaro los hermanos de la Santa Escuela, hasta llegar a la Plaza Mayor de la Villa de San Miguel.

 

Beaterio de Santa Ana

 

En 1715, a escasos tres años de la fundación de la Congregación del Oratorio regresó a su natal villa, otro varón distinguido, rico en bienes materiales y del espíritu: Don Juan Hipólito de Aguado y Yáñez. Nacido en San Miguel el grande en el ya lejano año de 1655. Hizo su fortuna trabajando como minero en el Real de Minas de Chihuahua. Al contacto con hombres virtuosos de la talla del P. Pérez de Espinosa, surgió en su corazón el deseo generoso de dedicar su persona en la naciente Congregación y su no escaso caudal en beneficio de sus paisanos. En este mismo año, 1715, ingresó con los filipenses, calculando su ordenación entre 1723 y 1725. El colegio se inició en 1734. Una hermana del P. Juan Antonio, prepósito del Oratorio, se encargó de la enseñanza de las primeras alumnas.

Sin embargo, el P. Hipólito viendo el gran número de mujeres pobres y honradas que había en la villa y en sus alrededores, promovió la fundación simultanea de un Recogimiento en donde sin votos de ninguna clase, pudiesen las buenas mujeres -viudas y doncellas- encontrar un refugio, una casa en donde vivir en paz, sin que la presión de la miseria y soledad las hiciera caer en la vida licenciosa.

Por todos los beneficios, la sociedad sanmiguelense vio con mucho agrado el nacimiento de esta institución, de la misma manera que vio con tristeza cuando en 1862 fueron lanzadas a la calle, las ultimas moradoras de la misma. Sus puertas cerradas, sus edificios destruidos o vendidos y los restantes, convertidos en ruinas.

Beaterio de Nuestra Señora de Guadalupe

 

La devoción a la virgen de Guadalupe hizo que se levantar en lo alta de cerro de San Antonio una pequeña capilla dedicada a la veneración de la Morenita del Tepeyac. Más adelante se levanta la actual con forma de fortaleza, a lado corre el agua de la Ciénega de Pineda, más adelante el Atascadero. Un cerro poblado de exuberantes álamos, pirules, nogales, etc. Formaban un espléndido marco del santuario guadalupano de la villa.

Esa zona pertenecía a la familia Zamudio cuyo hijo la congregación, el R.P. Martín Zamudio y quien regala su heredad para fundar pertenecía en esa propiedad el Beaterio de Santo Domingo. Actualmente está anexo el claustro de las religiosas dominicas. El Padre Zamudio solicitó la creación del beaterio “para que se congregaran las hermanas que voluntariamente quisieran destinarse al culto de la Santísima Virgen, bajo ciertas reglas que les prescribió y que fueron aprobadas por el Ilustrísimo señor obispo de Michoacán don Martín Elizacochea” P. Rómulo Núñez

 

Atotonilco

 

Definitivamente la obra que puede competir como la más grande ha sido el Santuario de Jesús Nazareno obra del filipense Luis Felipe Neri de Alfaro. Se inicia el 3 de mayo de 1740 y se concluye en 1748 siendo dedicado el 30 de julio.

Más adelante se le agregaron seis capillas concluyendo el incremento con la muerte de su fundador en marzo de 1776, el viernes santo. Además de su valor artístico, se relaciona con la historia de la guerra de independencia. En él se casó don Ignacio de Allende en abril de 1802. En la tarde del 16 de septiembre de 1810 tomo Hidalgo un cuadro de la Virgen de Guadalupe que fue, a partir de entonces, el emblema, el estandarte que guió a los insurgentes.

Para lograr esta fundación el padre Alfaro compró la hacienda de Atotonilco y las labores de Nuestra Señora del Rosario, del Arroyo de la arena y de la Loma alta, propiedad de don Ignacio García en la cantidad de veinte mil pesos oro, a los que se agregaría otra cantidad igual para la construcción de una presa y un molino. De aquellas 1884 has. Se le despojó al Santuario y hoy tiene un poco menos de 4 has.

 

Las monjas

 

Una obra que quiso hacer el Señor De la Canal junto a la Santa Casa, fue un Monasterio Femenino de Carmelitas descalzas pero el Rey no concedió la autorización, sería su primogénita quien consiguió la autorización de monjas concepcionistas, pero en otro sitio.

Josefa Lina de la Canal y Hervás tenía como confesor al padre Alfaro a quien comunicó su pensamiento y éste, considerando que en su corta edad solamente fuese un capricho, decidió llevar a la joven, por vía de la prueba a hacer ejercicios al Santuario. Esto sucedió en 1751 cuando ella contaba apenas con 15 años de edad. Confirmada su inclinación religiosa por el mismo obispo se hicieron los tramites y en septiembre de 1754 Fernando VI autorizó la fundación designándolo como convento Real.

La construcción del convento e iglesia fue encomendada en 1756 al arquitecto Francisco Martínez Gudiño con los ayudantes Pedro Joaquín de Tapia y Salador Antonio Hernández, alarifes y maestros de arquitectura y además como consejero a don Francisco de Lara Villagómez de notoria y sabida practica y conocimiento en fábricas de arquitectural. Vinieron las fundadoras del convento de Regina Coeli de la Ciudad de México y se instalaron en el templo de la fundación (Santa Escuela) mientras se terminaba la construcción de su casa. A ella se cambiaron en diciembre de 1765 sin estar terminada. Será otro oratoriano, capellán del templo de la inmaculada, el R.P. Pedro Sandi, quien termine la construcción del templo ene 1891, levantando el presbiterio, los cruceros y la cúpula. La torre sería levantada hasta muchos años después.

 

Tradiciones

 

Muchas son las devociones que iniciaron los filipenses y que calaron de tal manera que se quedaron impresas en el corazón de los sanmiguelenses, tal es el caso del

 

Rosario público

 

Muchas actividades atrajeron la atención de los pobladores de la villa. Desde su fundación, cuando se inicia la escuela y más adelante el Colegio se pidió permiso para que los alumnos del colegio fuesen rezando el rosario cantado por las calles en honor de san José el día 19 de cada mes, recorriendo el espacio del Oratorio hasta la Parroquia, dado origen a las doctrinas en cuaresma. Para 1737 ya era una costumbre muy arraigada continuándolo el Padre Alfaro y con ello se generaliza en 1753, realizándose además en el templo de San Francisco, La Parroquia, Santa Ana y Santo domingo hasta 1878 en que se prohíben definitivamente las procesiones públicas de rosarios, viacrucis y ceremonias piadosas de semana santa en San Miguel.

 

Viaje santo

 

Una tradición filipense iniciada por su fundador San Felipe Neri era el Viaje Santo, el jueves anterior al miércoles de ceniza. Don Rafael Gallardo, escribió en 1865 algunos detalles de las prácticas que se realizaban. Sobre éste dice que lo practicaban los RRPP filipenses con los hermanos del Oratorio Parvo y multitud de fieles. Siete son las iglesias que se visitan: salen de la Salud, base Oratorio Parvo, hacia Santo Domingo, Tercera Orden de San Francisco, Iglesia del Parroquial, La concepción, San Juan de Dios, Santa Ana, San Francisco, la Santa Casa y termina en el Oratorio. Menguado en su asistencia ciertamente, pero conserva algunos cantos típicos del siglo XVIII, como Vanidad de Vanidades y Al Padre Eterno; además de la melodía del Miserere, que es propia del Oratorio.

 

Vía crucis

 

Como testimonio de la firma de un documento que puso fin a un sonado pleito entre los habitantes de la Villa se erigieron estas hornacinas, cuya primera estación estuvo frente a la Tercera Orden, en donde se rezaba cada viernes de Cuaresma en el siglo XIX y parte del siglo XX. Esta Vía Sacra estuvo en la calle de Azcapotzalco, hoy Benito Juárez, las siguientes en la calle de Mesones, seguían por Núñez, daban vuelta por San Francisco, para terminar en la capilla del Calvario. Se trataba de un Vía Crucis Público de catorce estaciones, que, al correr de los años con las modificaciones de las fachadas de las casas, se destruyeron dos de las mismas. En 1995 se añadieron sin razón histórica dos, una en la calle del Correo y otra en la calle de Corregidora.

 

Tienen como características ser todas iguales, de cantera café oscura, con sendas guardamalletas como ornamentación y rematadas por una cruz latina. En la antigüedad, en el fondo del nicho se encontraba una pintura representando la estación correspondiente, estaban protegidas por un marco de madera y cristal. Aún se ven los espacios inferiores en donde se fijaba dicho marco. Los miércoles santos los padres oratorianos, ataviados en su negro traje y con su bonete de cuatro picos enroscados hacia el centro conducen esta tradición que sigue siendo parte de ese joyel de tradiciones semanasantera herencia de los siglos de oro.

 

Santo encuentro/paso del Sacerdote

 

En el marco de la capilla del Santo sepulcro encontramos una pintura histórica porque nos recuerda los siglos de fe honda de nuestro San Miguel ahí se ven retratados los rostros acongojados de los vecinos de la villa que testificaban el Paso del Sacerdote, era el Padre Alfaro que, desde Atotonilco, el viernes santo, cargaba su pesada cruz y realizaba en solidaridad a su Jesús aquel sacrificio. Hoy aquella procesión se sigue realizando, aunque, por la cantidad de asistentes es imposible que sea como antaño y en cada templo se organizan los sacerdotes para recordar aquel primer vía crucis camino del Gólgota y aquel encuentro doloroso del condenado con su santísima madre.

 

Santo entierro

 

La semana santa era una época en que verdaderamente se sentía el sentimiento de dolor por la muerte del redentor y durante la tarde de ese viernes triste es conmovedora la procesión que realizan los padres oratorianos en las calles céntricas una procesión que fue creciendo y que fue durante la gestión del padre Toñito Bustamante Montes cuando llegó a la majestuosidad actual ya que se renovó la imagen yacente de Cristo y se agregaron otras imágenes y varios ángeles que portan los instrumentos principales de la pasión del Señor. Los momentos culminantes son cuando el coro infantil y juvenil del Oratorio interpreta los cantos de Pasión que se escuchan en cada misa de Pasión durante la cuaresma y que son producto de la gran calidad musical de musicólogos sanmiguelenses como don Genaro Sandi, hermano del padre Don Pedro; Gumercindo Leal y José María Correa Pérez, prepósito y cura histórico. El clímax corresponde a la interpretación del Christus Factus Est y cala honda el canto interpretado por las graves voces de intérpretes devotos, profesionales o líricos.

 

Procesión del Señor de la Columna

 

Aunque la imagen del Señor de la Columna, protagonista de la procesión no es contemporánea de las imágenes adquiridas durante el siglo XVIII por el Padre Alfaro, sí lo es su casa el santuario centenario y, por si fuera poco, la factura de su hermosa imagen se atribuye por muchas razones al R.P. Remigio González, C.O. encargado en ese tiempo del Santuario de Jesús Nazareno. Ocupaba ese puesto en 1810 cuando se inicia la guerra de independencia y recibe a los insurrectos la tarde del 16 de septiembre. Sus restos se encuentran en la cripta parroquial. De igual merito podemos hablar del Padre De la Elguera ya que, siendo prepósito del Oratorio con motivo de una epidemia de peste que amenazaba a la población en 1812. Esta imagen regresó nuevamente a esta población en 1846 por igual motivo.

La procesión actual se inicia a partir de 1823 porque la elaboración del Señor de la Columna fue encargo de Don Cayetano Vargas en respuesta de un milagro concedido al verse muy enfermo. La primera no le pareció y es la que se encuentra en San Francisco y fue la segunda, obra del Padre Remigio, la que ha conquistado los corazones de todos sus miles de devotos. La razón de por qué llega la imagen a San Juan de Dios se ha dicho que es porque no cabía por la puerta de la parroquia, explicación que no me convence, me parece más aceptable la razón que me dio una habitante de Atotonilco quien me dijo que había sido porque don Cayetano estaba internado en el Hospital Real de San Juan de Dios y don Cayetano pidió que se le llevara la imagen para encomendarse a ella.

 

Conclusión

 

Sí, la Villa de San Miguel el Grande recibió un fuerte apoyo con su presencia y que en ocasión de esta celebración de los 400 años de la canonización de su fundador, mi patrono personal, San Felipe Nerise vuelve una oportunidad para decirle a toda la congregación desde hace más de tres siglos, muchas, muchas gracias porque el beneficio espiritual ha sido extraordinario; Gracias Pipo buono, el santo de la alegría. San Felipe Neri, en su larga vida fue amigo de San Ignacio de Loyola y del cardenal Carlos Borromeo, pero él, en su vocación, cuando se le preguntó si quería ser nombrado cardenal, sin dilación contestó: "Paraíso, paraíso, prefiero el Paraíso".

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