NATALICIÓ DE ALLENDE
19/ENE/12
Este sábado se cumplen 243 años del natalicio del máximo
héroe sanmiguelense, don Ignacio de Allende y Unzaga. Uno de los héroes más polémicos. Hace algunos
años durante un evento en jardín principal en que estuvo presente el gobernador
Agustín Téllez Cruces el ayuntamiento, me concedió el honor de ser el orador
oficial. En esencia mi demanda como docente era que dejemos a los héroes sigan
siendo hombres que no les ocultemos al enseñar historia los errores y faltas en
que incurrieron. Como sabía que el equipo del gobernador no lo hubiera aceptado
por lo que no lo mostré aduciendo que lo estaban pasando en limpio. Para empezar,
había colocado un epígrafe tomado del evangelio de san juan el que afirma… y
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. En otra ocasión el problema
fue en Dolores Hidalgo, un ocho de mayo a donde también fui invitado. No sé por
qué las autoridades tienen miedo a que los educandos conozcan esos actos, negativos,
sí, pero reales históricos. Pero lo peor es que los maestros debiendo ser
honestos con sus alumnos les comunicaran como fueron esos héroes de carne y
hueso.
Don Ignacio allende fue un líder nato y sus biógrafos o
los historiadores al referirse al el destacan muchas veces sus virtudes o sus
defectos. Don Antonio Barajas Becerra, pide en su biografía que esos errores
sean sustentados por documentos o testimonios, y cita a don Lucas Alamán quien conoció a don Ignacio, y no
simpatizaba con los hombres de la insurgencia lo describe así: tenía de 35 a 40
años , era de hermosa presencia, muy diestro a caballo y en todas las suertes
de torear y otras del campo, , de cuyas
resultas tenía averiado el brazo izquierdo; resuelto, precipitado, de valor, muy
inclinado al juego y a las mujeres y a toda clase de disipaciones”. Don
Francisco de la Maza dice: “… a veces presumía de su fuerza hercúlea y domaba un
toro con sólo sus brazos como los atletas legendarios. Sin embargo, no era
superficial. Pensaba y hablaba con profundidad y se hizo respetar y querer por
cuantos le conocieron. Su innata simpatía y su espíritu jocundo lo hicieron
adorable a las mujeres y admirable a los amigos. Otra opinión esta del escritor
Francisco Martín Moreno dice que era Militar, guapo, caballeroso, estratega,
mujeriego, ordenado, meticuloso, líder, traidor e idealista son algunos de los
adjetivos con los que califica al héroe de la Independencia, y el historiador
Francisco Javier Moreno destaca que el hombre que inicio los trabajos de la
insurrección fue el sanmigueleño y buscando una imagen respetable ante el
pueblo invitó a Miguel Hidalgo y Costilla a sumarse al movimiento insurgente.
Que inicio a su regreso del Cantón de Jalapa.
El autor del reciente título Arrebatos carnales (Planeta,
2009) adelanta que los amoríos de Allende formarán parte de un próximo libro,
mientras que para el académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG) la
sombra de Hidalgo disminuyó, injustamente, el liderazgo de quien pudo haber
sido el “Simón Bolívar de México”.
Era un criollo de primera generación, es decir, hijo de padres españoles -en los documentos históricos se destaca que sus progenitores “eran ricos comerciantes”-. Su posición económica le permitió acceder a una formación militar, pero su condición de criollo le negaría los altos mandos del Ejército Realista.
Para el docente de la UdeG es relevante señalar que en 1794, Allende se convirtió en padre de Indalecio, quien fue concebido fuera del matrimonio con Antonia Herrera. Aunque nunca formalizó su relación, sí se hizo cargo de su descendiente. “Lo importante del hecho es que Indalecio lo acompañó durante todo el movimiento insurgente”.
“Allende vive una carrera militar, tiene una estructura militar y la mentalidad militar; se forma en la academia castrense, sirven en Texas, donde ve por la integridad del país”, expresa Francisco Martín Moreno.
Por órdenes del virrey José de Iturrigaray, el regimiento Dragones de la Reina, al cual pertenecía Allende, fue enviado al Puerto de Veracruz, por temor a que alguna flota inglesa llegara a la Nueva España, debido a la situación política que vivía el reino español, generada por la invasión napoleónica.
“Este traslado de Allende a Jalapa, según sus biógrafos, permite que sea influido por las ideas independentistas. En Veracruz, había un movimiento que se le conocía con el nombre de Los Guadalupes, una sociedad secreta; él fue influido por esas ideas”, explica Javier Moreno.
Después de ese viaje y otros, Allende regresó a Guanajuato, donde participó en la Conspiración de Valladolid, la cual fue descubierta en diciembre de 1809, pero los integrantes no fueron castigados por el virrey.
Un año más tarde, el militar extiende la conspiración a Querétaro, que fue donde detonó el movimiento independentista. Ahí el complot era encabezado por el matrimonio Domínguez, integrado por Miguel y Josefa.
Ignacio Allende tiene la encomienda de darle una
estructura militar al levantamiento. Para lograr este fin, invita a otros
militares encabezados por él, pero reconoció que al ser un sector de elite no
era influyente entre las masas. “Allende estaba fascinado con la idea de la
Independencia, precisa el autor de México mutilado.
“‘Reconociendo su capacidad de convocatoria, padre. El arrastre social que tiene usted, cómo lo quiere a usted la gente y cómo lo respeta, usted es quién debe ser el líder de la Independencia y no yo’, le dice Allende a Hidalgo”, comenta Martín Moreno.
El académico de la UdeG puntualiza que “la caballerosidad de Allende fue traslada sin éxito al movimiento. Su manera de ser era respetar las estrategias de la guerra y la disciplina militar, no le interesaba matar ni fusilar a sus enemigos derrotados, mucho menos la violencia ni el saqueo. Ése es el origen del distanciamiento con Hidalgo, porque el cura permitía todo eso”.
Martín Moreno añade que el llamado Padre de la Patria “no logra controlar a la masa, el caos era terrible, Hidalgo se niega a someter a las tropas que entran saquean, roban y violan. El militar Allende le dice: ‘yo no estoy de acuerdo con el comportamiento de los hombres.
Nos estamos ostentando como unos salvajes y esto no puede ser, si queremos que haya respeto a nuestro movimiento no podemos dañar a la nación. Hagamos lo que ustedes quieran colguemos y fusilemos al Ejército Realista, pero no nos metamos con la sociedad’. Hidalgo se niega y simplemente dice: ‘es parte de la insurgencia’”. En su proceso, cuando es cuestionado sobre las razones para fusilar a muchos españoles en Guadalajara, sencillamente no tiene una explicación.
Para el escritor, la separación entre los dos héroes se da cuando el Cura de Dolores se rehúsa a tomar la Ciudad de México, la cual entonces estaba integrada por 200 mil habitantes, y esta ruptura es más evidente después de la derrota del Puente de Calderón.
“Demostrando su liderazgo, Allende destituye a Hidalgo del cargo en febrero de 1811. Obviamente, si Allende había impuesto a Hidalgo lo destituye y lo convierte en un reo de guerra”, expresa Martín Moreno.
Agrega que ya en diciembre de 1810, “Allende intenta en tres ocasiones envenenar a Hidalgo, y no lo logra. Lo que más le irrita al militar es que el cura le pide que se dirija a él como su ‘Altísima Excelencia’. Allende no acepta tratarlo así, porque se da cuenta de que Hidalgo ya se había mareado con el poder”.
En cambio, para el profesor de la UdeG, en los cuatro meses que duró el movimiento, la relación entre Allende e Hidalgo fue de subordinación y luego de conflicto. “Según mi interpretación, Allende tenía las capacidades militares que lo asemejan a Simón Bolívar”. El gran problema tanto de Allende y su hijo, señala el docente, fue que ambos personajes nunca pudieron quitarse la sombra del Padre de la Patria. Aún ahora, el mérito de la historia oficial es para el Cura de Dolores.
“Hay versiones más literarias que históricas acerca de que Ignacio Allende y Josefa Ortiz de Domínguez tuvieron intimidad, que fueron amantes. Quien maneja esa versión no es cualquier historiador, es el presidente del Comité de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, Juan Manuel Villalpando”, comenta el profesor de Historia de la UdeG Francisco Javier Moreno.
Ojalá que los maestros, al enseñar historia no se interesen más por los nombres de lugares o fechas, sin pensar que esto es importe, que por las razones, las causas y consecuencias de los hechos históricos, que se enseñe al alumno a ser critico que no se le enseñe sólo la historia oficial sino aquellas versiones que nos favorezcan o gusten. Los hombres y los santos fueron de carne y hueso. Escudriñemos los libros pues, conociendo la verdad, ésta nos hará libres.
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