CAPILLA DEL SEÑOR DE LA MISERICORDIA
También menciona que las capillas o “Calvarios de la
Conquista” se autorizaron mediante cédulas reales y a petición de los indios
prominentes: caciques y conquistadores. La metrópoli condescendía, perspicaz, a
estas instancias. Así pagó, muchas veces, favores, sometimientos, alianzas o
fidelidades políticas y religiosas, todo esto nos da el trasfondo para entender
y explicarnos el ambiente mágico que tiene nuestra ciudad.
Temerosos de perder autoridad, control y hasta respeto
secular, de asistir sólo su gente a las iglesias de los españoles, edificaron,
tales calvarios donde podían eludir ingratas fiscalizaciones, rendir tributo a
su manera, a imágenes sagradas y ánimas, y mantener vivo el recuerdo de su
activa participación en la empresa de la conquista.
En la ciudad encontramos todavía algunas pues muchas se han
destruido por la falta de uso o por el ánimo constructivo que no siempre
respeta este tipo de construcciones que nos anclan con nuestro pasado: Capilla
de Indios del Señor de la Piedad, en la calle de Órganos, Capilla de los Santos
Reyes, en la calle Cinco de mayo en la Col. Allende, Capilla de Indios de San
Antonio Colorado, en el barrio de las Cuevitas, Capilla de Indios del barrio
del Ojo de Agua y atrás de ella una que alguna vez tuvo un Señor del Llanito y
que fue recogido a la capilla del Ojo de Agua y varias más.
A decir de don Cornelio López las Autoridades virreinales
representadas por la famosa “Acordada” y sus rápidos métodos para eliminar
delincuentes, hizo que cerca de las garitas, a la orilla de los caminos reales,
se levantaran las célebres Cruces del cuarto. Lugares macabros, en donde se
fijaba alguna parte del cuerpo del ajusticiado, que podía ser, la cabeza, un
pie, o el brazo completo. A su vez don Félix Luna lo relata de otra forma:
Manuel de Luna fue bautizado junto con otros tres caciques para que atrajeran a
los demás indígenas al cristianismo, pero hubo otros grupos chichimecas a
quienes no les pareció esta conversión y lo asesinaron descuartizándolo. Cuando
encontraron sus restos, hicieron cuatro partes con ellos, y los fueron
enterrando en diferentes lugares; una quedó en el mismo sitio de su muerte;
otra en la salida a Querétaro; otra se enterró en el camino que sale a Celaya,
donde se hacían los encuentros cuando iban a Dolores Hidalgo, y una más en la zona
arqueológica de Agua Espinosa. Por este motivo a cada una de las cruces que
señalan estos lugares la llaman Cruz del Cuarto y sólo se conservan la de la
salida hacia Querétaro y la de la salida a Guanajuato.
Atrás de la Cruz de Palo Cuarto que se encuentra en la
salida a Querétaro se encuentra una hermosa capilla dedicada al Señor de la
Misericordia. La Sra. María Luisa Ortiz Ramírez nos informa que su bisabuelo
era dueño de ese solar y que su abuelo fue vendiendo poco a poco hasta quedarse
sólo con el espacio donde ahora sería el atrio y donde su papá, que era
albañil, construyó un par de cuartos. Dice que su abuelo contaba que era
nombrada la Cruz del Cuarto porque en un gran árbol que está junto a la cruz
fueron ajusticiados muchas personas y que algunas fueron descuartizadas y
enterraron cerca de él algunas partes de ellos.
Igualmente comenta que trabajó en algunas casas del rumbo de
la Capilla que está atrás de la Cruz del Pueblo pero que al abrir la zanja para
hacer los cimientos se llegó a encontrar algunos “entierros” por lo que
modificaron la traza para no “molestar” al difunto que ahí descansa; alguno de
ellos con ropas aparentemente militares. Dice que ella, como de diez años de
edad, cortaba nopales en ese cerro y después bajaba y se los llevaba a las
madres dominicas o a las madres adoratrices quienes le correspondían con
alimentos.
En esas correrías por el cerro, un día, de pronto se
encontró a un señor muy elegante quien la invitó a su casa, construcción que
ella no había visto. En el camino le dijo que él podría “ayudarla” en lo que
necesitara. En algún momento la dejó sola y ella pudo percatarse de que la casa
estaba decorada con objetos muy extraños que ahora califica como demoníacos y
sobre una mesa una gran cantidad de monedas doradas. Le entró un temor y se
despidió de aquel hombre quien le dijo que por qué se iba tan pronto. Le
contestó que su papá la estaba esperando. -No
es cierto, le contestó, tu papá no
está cerca el que anda por allá, señalando un lugar en el cerro, es tu hermano. –Pero ya me tengo que ir,
insistió. Al decírselo a su mamá ésta le llamó la atención y le dijo: -ese señor debe ser el maligno pues ¿dónde
hay casas? Ella dice que quien la protege es su fe y que gusta mucho de
participar en las ceremonias religiosas.
Asegura tener un sexto sentido para conocer a las personas
pues, dice de algunas, siente que tienen mala vibra. Por ejemplo, -en varias ocasiones “vienen” muchas personas
a visitar la capilla pero cuando me acerco a ver por dónde entraron ya no las
veo. –No me da miedo, yo me sigo quedando dentro de la capilla. Tengo largas
pláticas con el Señor a quien le digo mis problemas y sé que, aunque estoy ya
sin marido Él proveerá lo que necesito. Hasta me bendijo con esta nieta que me
acompaña pues mi hija, cuando se dio cuenta de que tiene problemas, pues no
oye, mejor se fue. La Capilla está dedicada al Señor de la Misericordia. Es
muy antigua. El acceso está en un pequeño callejón en la Salida a Querétaro y
presenta los problemas típicos de falta de mantenimiento.
Otra capilla muy hermosa, pero muy deteriorada, ya está
siendo intervenida en este momento es la que está en la segunda privada de San
Francisco entrando por la calle Río Nilo, en el Barrio de Las Cuevitas, es muy
semejante a la que está en la calle de Órganos en donde se venera al Señor de
la Piedad y en la que asegura, don Alfonso Rubio, descansó muchas veces la
imagen del Señor de la Columna. Ambas tienen una torrecilla de dos cuerpos y
portada de cantera con dos bóvedas por arista, altar al fondo, cruces y algunos
santos.
La de San Francisco Colorado, envuelta en casas de este
barrio, tiene una gran cruz de piedra, pinturas de santos e indígenas en las
paredes y enmarcada una leyenda histórica que dice: “Se acabó de pintar esta capilla por el ciudadano Pedro Fonseca
(Conocido maestro de escuela), el 9 de marzo de 1831”. La imagen principal
ha sido recogida por seguridad por el encargado de la capilla Juan Ángel en
tanto se realizan las tareas de mantenimiento. El pequeño atrio tiene al frente
un calvario de retache y uno exterior frente al atrio en el lado noreste.
La administración municipal a través de la Dirección de
Patrimonio el Arq. Ángel Gastélum ha gestionado ante el Fondo de Apoyo a
Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad
Federal –FOREMOBA- . El Fondo busca integrar y responsabilizar a la sociedad
civil en la conservación y mantenimiento del patrimonio monumental y artístico
de propiedad federal. El Fondo de Apoyo a Comunidades opera con recursos
federales, estatales, municipales y/o comunitarios y apoya proyectos
específicos propuestos por las comunidades.
Los vecinos están interesados en que estas obras se
continúen y no sólo sea la labor urgente que había por la humedad que
presentaba en las bóvedas y en el espacio del lambrín. Para ello están
solicitando apoyo económico para reunir una pequeña cantidad necesaria. Quienes
tuvieran voluntad de cooperar ojalá se pudieran comunicar con el encargado (Sr.
Juan Angel Ramírez León (cel: 415 105 54 98) que vive en Priv. de Sn Francisco
# 5, Las Cuevitas, frente a la capilla franciscana de este lugar tan típico que
nos recuerda la traza de los barrios primigenios. Urge reunir la cantidad necesaria
que le corresponde a los vecinos.
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