CENTENARIO
DE LA REFUNDACION DEL CONVENTO CONCEPCIONISTA
“Desde la óptica de los caudillos liberales
mexicano, las monjas eran “reclusas” y los conventos cárceles. Equiparando los
votos sagrados a la esclavitud jurídica y azuzado por esta mentalidad, mediante
diversos decretos emanados del Ejecutivo, no conformes con decretar la clausura
de los noviciados, la enajenación del patrimonio de las comunidades religiosas,
su reducción a menos de la mitad, la incautación y destrucción de los
conventos, terminó por declarar fuera de la ley la vida consagrada en México.
No obstante, siglo y medio de persecución y acoso jurídico, no extinguió el
monacato femenino en este país”. Amerlinck
A pesar de todo ello, sus comunidades
subsistieron, primero a salto de mata y hoy en día en casas adaptadas para
conventos, y las religiosas después de lo sucedido resultaron fortalecidas en
su vida espiritual. Aquellos cambios dieron lugar a comunidades más
igualitarias, en las que todas las monjas trabajan personalmente en las tareas
domésticas, oran y laboran.
La clausura en México ya no se concibe como
encierro perpetuo dentro del ámbito conventual. Hoy puede decirse que el
claustro se ha extendido hacia el mundo, porque las religiosas tienen que ir al
médico y que hacer trámites, que incluyen, por ejemplo, el pago del impuesto
predial. A veces viajan a otras ciudades del país para acudir a ciertas
reuniones de su orden o por alguna otra razón justificada, y ya no sólo para
fundar otro monasterio, como sucedía antiguamente.
A raíz de la exclaustración de 1861, las monjas
tuvieron que compartir tiempos y espacios con otras comunidades; luego, cuando
regresaron a lo que quedaba de sus conventos, efectuaron un nuevo proceso de
adaptación que concluyó con el segundo imperio, ya que en 1867 fueron echadas
definitivamente de aquellos recintos, pues se decretó su exclaustración
definitiva. Así, fieles a su vocación y a sus votos, pasaron a la
clandestinidad. En el siglo XX estuvieron sujetas a diversos episodios
persecutorios y a nuevas exclaustraciones, frecuentemente autoimpuestas por
precaución.
El 26 de febrero de 1863 fue expedido por el
presidente Juárez y autorizado por su ministro de Relaciones don Juan Antonio
de la Fuente56 el “Decreto de extinción de comunidades religiosas”, que en
virtud de su artículo 1º extinguió en toda la República las comunidades de
señoras religiosas. De acuerdo al artículo 2º los conventos en que estaban
reclusas quedarían desocupados a los ocho días de publicado ese decreto, en
cada uno de los lugares donde tuviera que ejecutarse. Según el artículo 3º,
esos edificios y todo lo que en ellos se encontrare y no fuera perteneciente a
las religiosas en particular, sería recibido por las oficinas de Hacienda. 4º
No podrían ser enajenados esos edificios sin una orden expedida por el
Ministerio de Hacienda, que se insertaría en la escritura de enajenación, sin
lo cual sería nula y de ningún valor, y el escribano que la autorizare sufriría
la privación perpetua de su oficio. 5º El gobierno entregaría sus dotes a las
religiosas que no los hubiesen recibido todavía y mientras tanto proveería a la
manutención de las interesadas. 6º Los templos unidos a los conventos
continuarían destinados al culto católico si fueren designados por los
gobernadores respectivos. 7º Ese decreto no comprendía a las Hermanas de la
Caridad. Quedaron exentas porque no hacían vida común y estaban “consagradas al
servicio de la humanidad doliente”. Las monjas deberían volver a la casa
paterna o bien dirigirse a los establecimientos de las Hermanas de la Caridad
en el término de ocho días. (Elisa Speckman, citada por Concepción Amerlinck)
LA
EXCLAUSTRACIÓN Y LOS DESTINOS DEL EXCONVENTO
La última profesión que tuvo lugar antes de la
exclaustración fue la de Sor Josefa María Ana de San Luis Gonzaga, efectuada el
29 de marzo de 1857. Una nueva religiosa fue recibida en la orden prácticamente
in articulo mortis, en 1876, cuando se encontraba enferma en León de los
Aldamas, según se asentó más tarde en el libro de profesiones.
En el año de 1905 por disposición del señor
obispo de león don Leopoldo Ruiz volvieron a su querido convento solamente
cuatro religiosas RM Rosalía, RM Ma. Dolores, RM Oliva RM María de Jesús del
Santísimo Sacramento, llevando con ellas una postulante que ya tenía 30 años en
su compañía esperando le vistieron el hábito de concepcionista, como ya le
había dicho las madres que hasta que llegaran a su convento podían dárselo y
habiendo permanecido 50 años fuera ella perseveró; en esos años murieron tres
religiosas quedando solo la madre María de Jesús Sacramentado como no podía
haber superiora ella fungió como presidenta y maestra hasta que le dieron el hábito
en el año de 1907 con su mismo nombre Ma. Loreto de señor San José, el celebrante
fue el señor cura José María Correa C.O. y varios sacerdotes, su noviciado duro
seis años le dio la profesión la madre Ma. de Jesús Sacramentado.
Su profesión perpetua fue el 7 de mayo de 1913
y el celebrante el R.P. Pedro Sandi C.O. en ese mismo año tuvieron que
abandonar el convento las dos religiosas y tres jóvenes cuando llegó la
revolución carrancista, las jóvenes recogieron las cosas y las llevaron a la
casa que habían rentado hasta que pasara la revolución. Regresaron a su convento
el año de 1920 por disposición del señor cura J. Refugio Solís y el padre
capellán M.R.P. J. de la Luz Tapia C.O.
En el año
de 1920 murió la madre Ma. de Jesús a la edad de 86 años y 58 de vida religiosa
La única sobreviviente era Sor
ma. Loreto de señor San José (Licea Licea)
Originaria de San Miguel de
Allende tomó el hábito den 1907 después de 50 años de postulante profesó en el
mes de mayo de 1913
SEGUNDA
GENERACIÓN
Las heroicas religiosas que en el siglo antepasado
y principios del pasado vivieron expulsadas de su monasterio llevaban votos
impresos en el corazón, a pesar de que las leyes les prohibían reunirse en
comunidad, pasaron la vida humilde y pobremente, como verdaderas
concepcionistas franciscanas, comiendo del trabajo de sus manos viviendo en
casas de amigos y bienhechores que las acogieron en sus casas, de esa manera
dejaron un ejemplo a las presentes generaciones de religiosas, ellas murieron
sin volver a su convento, con su ejemplo y con sus vidas mantuvieron la
antorcha encendida de la madre Josefa Lina e hicieron posible que, cuando murió
aquella primitiva generación de monjas fundada en 1756, surgiera una nueva
generación apoyada por las madres del monasterio de San José de Gracia de la
ciudad de México. El R.P. J. Luz Tapia C.O. capellán del templo y el señor cura
J. Refugio Solís, viendo o que sólo había una religiosa y jóvenes con el deseo
de ingresar al convento hicieron la petición al Exmo señor obispo de León don
Emeterio Valverde Téllez y él a su vez suplicó al Exmo sr Arzobispo de México, José
Mora del Río, le facilitara religiosas concepcionistas para este monasterio de San
Miguel de Allende a lo que contestó: “si no van del monasterio de San José de Gracia
de los otros conventos no mando” y tramitó ante la santa sede la licencia para
trasladar a las religiosas; avisó a la comunidad y resolvieron aceptar las
madres a ir al convento de San Miguel y darle nueva vida a la comunidad que estaba
casi para extinguirse.
El día 7 de diciembre de 1921 llegaron a esta
ciudad procedente del monasterio de San José de Gracia de la ciudad de México
las RRMM: Margarita Ma. del Corazón de Jesús como abadesa, la M. Ma. Josefina
de Santa María de Gracia como maestra de novicias y la hermanita Magdalena de
las Llagas, acompañadas del ser canónigo don Felipe Pineda y don Francisco Tapia.
Los esfuerzos del señor cura J.Refugio Solís
tuvieron frutos y a él correspondió celebrar las profesiones de las novicias:
Sor María Oliva de señor San José (Sandi
Castañeda) de San Miguel de Allende y
Sor Concepción de Jesús Sacramentado
(Covarrubias Solís) de pueblo Nuevo, Gto. el 1º. de septiembre de 1923.
Sor Ma. del Carmen de Señor San Miguel (López
Villanueva) de Pueblo Nuevo, Gto. y
Sor Ma. Teresa del Niño Jesús (Gallardo Vaca)
de San Miguel de Allende el 8 de diciembre de 1923
Sor Ma. del Refugio de la Santísima Trinidad (López
Gutiérrez) y
Sor Ma Elena de la Cruz (Monzón Hernández) de San
Miguel de Allende el 8 de diciembre
Sor María Rosalía del Señor San Gabriel (Sandi
Castañeda) y Sor Ma de los Ángeles del Espíritu Santo (Tovar Grimaldi) de San
Miguel de Allende, la primera el 17 de octubre de 1924 y la segunda el 16 de
mayo de 1925. Y
Sor Ma de la Concepción de la Santa faz
(Plancarte Real) de Santa Clara de Portugal, Mich. el 9 de dic de 1928, es
última celebrada por el P. Donaciano Silva.
El 11 de julio de 1926 el señor cura Refugio Solís
enviado por el obispo Emeterio Valverde Téllez a avisar que salieran del
convento porque iba a empezar la persecución religiosa, ese mismo día a las 8
de la noche salió la madre Josefina maestra de novicias y las novicias al
curato de la parroquia para de ahí las recogieran sus familiares y las llevaran
a su lugar de origen, quedando en el convento algunas religiosas recogiendo
algo de los objetos para el sacrificio de la misa y el día 26 del mismo mes
salieron a sus casas. La reciente comunidad que se había formado apenas en 1921
volvía a dispersarse.
La madre Loretito y otras aspirantes se fueron
a la casa de don Pilar Espinosa porque ellas no tenían familiares. La madre Margarita,
Sor Ma del Refugio, Sor Ma Elena Ma de los Ángeles y la madre postulante Ma
Guadalupe Plancarte se quedaron en el convento recogiendo los ornamentos vasos
sagrados y otros objetos del culto divino.
Duraron un año y medio sin tener eucaristía y
el Santísimo, hasta que por fin Dios se compadeció de ellas y se pudieron
reunir todas en una casa que el señor cura Enrique Larrea les facilitó, y ahí sí
pudieron tener la reserva del Santísimo.
Las únicas madres de votos perpetuos eran las
religiosas que vinieron a reanudar la comunidad y la madre Loreto, las demás
eran de votos temporales y una postulante, cuando se llegaba el término de su
profesión pronunciaban votos perpetuos en el lugar donde se encontraban bajo la
presidencia del sacerdote que las acompañaba.
Después de nueve años de servicio como abadesa
de la madre Margarita Ma del Sagrado Corazón de Jesús, se vieron elecciones
para el nuevo gobierno resultando electa la madre Ma Loreto Licea Licea el día
20 de septiembre de 1929 presidiendo el capítulo el señor cura de Dolores Hidalgo
Isidoro López acompañado del M.R.P. D Alfonso Sánchez Rubio C.O. y el Pbro. Donaciano
silva en la casa donde estaba la Madre Margarita en la calle de Correo.
El 31 de diciembre de 1929 falleció el señor
cura J. Refugio Solís, quien trabajó con verdadero empeño para que esta
comunidad de concepcionistas no se extinguiera. Fue sustituido en el curato por
el señor cura Enrique Larrea y como desde su infancia vivió en esta ciudad
conocía a algunas madres antiguas de gran virtud y las elogiaba mucho. Tomó
empeño por el progreso espiritual de esta comunidad y como confesor que era se interesó
y buscó la forma de arreglar para que volvieran a su querido convento, después
de andar cinco años fuera en distintas casas, el 13 de abril de 1930, miércoles
santo, por orden del señor cura Enrique Larrea tuvieron el consuelo de regresar
a su convento todas las religiosas que con motivo de la persecución habían sido
expulsadas; el capellán era el M.R.P. Don J. Luz Tapia C.O. y cuando regresaron
aquel miércoles santo encontraron al mismo capellán que lo fue de 1918 a 1930.
Al día siguiente escucharon la santa misa en su
querida casa y el triduo pascual se celebró en el templo, estuvieron muy
contentas por lo que tuvieron unas muy alegres y felices pascuas de
resurrección. Como Jesús, resucitaron a una nueva vida de comunidad.
Al término del servicio de la M. Loreto Licea
Licea como todas las religiosas no tenían los 10 años de profesas y que el
derecho canónico exige para ser elegidas abadesa, fue impuesta con dispensa del
Sr. Arzobispo de México y por orden del señor obispo y Doctor Emeterio Valverde
Téllez, la M. Teresa del Niño Jesús quien duró un trienio.
En junio de 1932 las RRMM que vinieron del
monasterio de San José de Gracia se regresaron a su convento de origen quedando
diez religiosas de votos perpetuos.
Desde entonces las Monjas Concepcionistas han
permanecido replegadas a una pequeña parte de su ex convento, por lo cual, caso
excepcional, hacen todavía uso de sus antiguos coros, que están resguardados
por rejas de hierro forjado y dentro de la clausura: el coro bajo ostenta un
dieciochesco retablo dorado, imágenes y pinturas, y el antecoro, con su
decoración pictórica original en muros y techo, y su piso original, se
encuentran perfectamente preservados por ellas.
Del ex convento se conserva también el antiguo
claustro de dos pisos, con pila labrada al centro, cuyo surtidor es un cordero;
sus paredes estuvieron decoradas y quedan muestras de ello, en la actualidad el
locutorio se observa escritura mural, semejante a la de Atotonilco; pero en
este caso es alusiva al dogma de la Inmaculada Concepción, declarado por Pío
IX. Seguramente no fue caso único en el ex convento.
En las habitaciones que rodean a este claustro,
que es el grande, existió un colegio de educación primaria; se llamó
sucesivamente Adoratrices, Santa Cecilia y la Asunción. En 1912 fue colegio de
señoritas, pero en 1914 se clausuró y fue convertido en cuartel. Más adelante
funcionó allí una escuela de Bellas Artes y después el Centro Cultural Ignacio
Ramírez, que está a cargo del Instituto Nacional de Bellas Artes. En la
actualidad se ha adaptado un auditorio en la planta alta y se han habilitado
una serie de salones de clase en torno al claustro. También funciona como
galería y local para exposiciones temporales. Algunas paredes del Centro
Cultural ostentan pinturas murales desde 1939 y 1940, las hay de Pedro Martínez
y varios más.
Fuentes consultadas:
José Cornelio López Espinosa, Villa de San
Miguel el Grande
María Concepción Amerlinck de Corsi, Extinción
y supervivencia
del monacato femenino en México después de 1861
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