EL EJERCITO CONSTITUCIONALISTA,
TRISTES RECUERDOS JULIO DE 1914
Uno de los cronistas sanmiguelenses fue don Antonio Ruiz
Valenzuela quien con la acuciosidad necesaria relata hechos muy importantes
para nuestra ciudad, por ejemplo, en el jueves de Excelsior del 4 de agosto de
1960, publicó lo siguiente:
Durante el mes de julio de 1914, en la época de la revolución que acaudilló don Venustiano Carranza contra el usurpador Victoriano Huerta, se registraron en diversos lugares del territorio nacional no pocos acontecimientos de relieve, entre otros:
La caída de la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, en poder de las fuerzas revolucionarias carrancistas que operaban en la región occidental de nuestra república, lo cual tuvo lugar el 6 de julio de 1914; dos días después, las mismas huestes revolucionarias, según lo expresa el doctor don Manuel Mestre Ghigliazza en sus “Efemérides bibliográficas”, dieron muerte en combate al General de División don José María Mier, en la hacienda de El Castillo quien era gobernador de ese estado y adicto al régimen huertista.
El 15 de julio la Cámara de Diputados le admitió a Victoriano Huerta su renuncia como Jefe del Poder Ejecutivo Federal, cargo que tomó enseguida el Lic. Don Francisco Segundo Carbajal. Por su parte el expresidente Huerta abandono el país el 20 de julio embarcándose en Coatzacoalcos, Ver., con destino a Europa, en compañía del General don Aureliano Blanquet y otras personas.
Los carrancistas desarrollaban febril actividad logrando arrebatar a sus adversarios los puertos de Acapulco y Guaymas y también importantes plazas como Aguascalientes, San Luis Potosí, Morelia, Querétaro oy Guanajuato, de donde nombraron como gobernadores, respectivamente a los generales don Alberto Fuentes Dávila, Eulalio Gutiérrez, Gertrudis Sánchez, Federico Montes y Pablo de la Garza.
Las fuerzas constitucionalistas venían triunfantes del norte hacia la ciudad de México, venían encabezadas por el general don Jesús Carranza, hermano de don Venustiano, en la segunda quincena de julio pasaron por el humilde poblado guanajuatense de Atotonilco. Entraron en el templo y la Casa de Ejercicios consumando un desenfrenado saqueo, lo mismo de imágenes, vasos sagrados, ornamentos sacerdotales y reliquias, lo mismo que de arroz, garbanzo y otros comestibles destinados al sustento de los ejercitantes.
Como sucede en todos estos momentos de inestabilidad política muchos de los integrantes venían esperanzados a que se les asignara su pedacito de tierra, para que la cultivaran. Y cuando uno de los jefes carrancistas le preguntó a uno de ellos de nombre Agapito Rodríguez, apodado “El Guapo” que ¿Con qué se conformaba él?, contestó así: -siñor, yo quiero que me den el templo, pa´ guardar mi rastrojo.
En otro momento algunos de los revolucionaros se detuvieron ante el altar de la capilla del Calvario y uno de ellos arrojó un lazo a Gestas, al mismo tiempo que exclamaba que “no era digno de estar junto a Cristo el mal ladrón”, y sacó la imagen a rastras hasta la plazoleta del poblado don fue “afusilado”.
Otro de los recuerdos nefastos que se tienen de ese paso por el Santuario fue que tomaron al capellán del templo el padre don Francisco Hernández y entre blasfemias y a pie enjuto, lo trasladaron hasta esta ciudad de San Miguel donde, dice don Cornelio, fue puesto en libertad.
Hace años, en 2017, con motivo del aniversario del asesinato del presidente Carranza fui invitado al municipio de Xicotepec, Pue. por el cronista Mtro. Crispín Montoto Garrido; la parte por mí desarrollada fue la participación que tuvo en el movimiento el Gral. Don Federico Montes Alanís, nativo de San Miguel y en algún momento al contrastar el perfil de Carranza con nuestro paisano dije, lo que se ha repetido en muchas otras publicaciones que:
"El viejo no robaba, pero dejaba robar"... y que de ese tiempo viene el verbo "Carrancear" pero, decirlo así, en un homenaje, tal vez no fue lo más delicado, pero...
El INHRM (Instituto Nacional para el Estudio de la Revolución Mexicana) tiene una publicación del 29 de julio de 1920 del periódico El Demócrata, dice lo siguiente:
Luis Cabrera, quien se encontraba escondido en la Ciudad de México, inició dos proyectos editoriales: su libro La herencia de Carranza, publicado a fines de 1920, y el diario La Vanguardia, que criticó la administración de Adolfo de la Huerta, a quien calificaba como espurio, producto de una rebelión, por lo que llamaba al pueblo a sublevarse.
En las páginas de este diario, se presentaba la figura de Venustiano Carranza como incorruptible, honesto y víctima de la villanía de los sonorenses.
Con la finalidad de contrarrestar la campaña a favor de Carranza, El Demócrata comenzó a publicar editoriales sin firma, en donde se acusaba a los funcionarios de la administración carrancista como corruptos y ladrones, amparados bajo la sombra del Primer jefe.
El 29 de julio, publicó en su primera plana, el editorial Si las piedras hablaran…, una acusación de que la casa de Carranza en la Ciudad de México fue comprada con dinero robado a los ferrocarriles:
El paseante de espíritu tranquilo y contemplativo, que recorra las nuevas barriadas de la capital para conocer, para admirar, no se detendrá acaso, sorprendido, ante la casa edificada en la esquina de las calles de Amazonas y Lerma… Y, sin embargo, si pudiera asomarse a su interior, si lograra transponer los umbrales y recorrer con toda calma los apartamentos y salones de esa finca. ¡cuánta seria su sorpresa! Se encontraría una mansión señorial, opulenta, faustuosa en sus decorados y mobiliarios.
Esta casa perteneció a la señora Sumpa y fue comprada en ochenta mil pesos; pero como se destinaba a un regalo negro se la decoró de nuevo totalmente. Los trabajos de los decoradores se prolongaron, urgiéndolos, durante cuatro meses, sin que se hubiera reparado en gastos…
Aquella casa fue adquirida por los señores general Juan Barragán y coronel Paulino Fontes, para hacer de ella un digno obsequio al señor Venustiano Carranza.
Entrambos, acaso con alguna otra ayuda de algún otro amigo, reunieron el capital suficiente para la adquisición y gasto de decoraciones. ¡Aún se dice que una de las causas de la caída de Pescador de la dirección ferrocarrilera, fue el haberse negado a contribuir con diez mil pesos para el rico regalo!... sucedió también que un periódico indiscreto habló por entonces de estas cosas, y el señor Carranza protestó que no aceptaba ni aceptaría el obsequio.
Sin embargo, ejercía Barragán tanto ascendiente sobre él… era tan insinuante que al fin aceptó ir a morar en aquella casa.
Naturalmente que el señor Carranza nunca supo de donde habían podido reunir sus amigos Barragán y Fontes tanto dinero para hacer un obsequio tan valioso. ¡Qué iba a saber él que para comprar y decorar aquella casa los fondos habían salido de las cajas de los Ferrocarriles Nacionales, en una forma que no se sabe hasta ahora todavía a título de qué fue!
Fue en estos años cuando la frase: “El viejo no robaba, pero dejaba robar”, se fue forjando en el imaginario colectivo para definir la administración de Carranza.
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