Por Luis Felipe Rodríguez
Adios "Capi" Correa
El 14 de junio de 2005, el Honorable Ayuntamiento 2003-2006
decidió por unanimidad imponer el nombre de “José María “Capi” Correa Téllez,
al Estadio Municipal de Futbol. Este 14 de noviembre de 2017, 12 años despues,
el pueblo de San Miguel de Allende se enteró de una tragedia que terminó con la
vida de este hombre ejemplar que vivió con una pasión: el deporte. Sus equipos
el León y el Santo Domingo. En la Radiodifusora XESQ tuvo varios programas con
noticias deportivas con otros compañeros como: el “Revo” Méndez, don Pancho
Cuéllar, “Chavo” Serrano, el Dr. Huerta, etc.
Nació en el # 9 de la calle de Canal el 14 de mayo de 1925.
Hijo de don Antonio Correa Redondo de quien fue primogénito; sus hermanos
fueron Antonio, Ramón, Gabriel y Manuel, y sus hermanas: Teresa, Enedina (que vive
en México) y Luz María. Desde luego el timbre de orgullo de su familia es su
abuelo José María Correa Pérez, quien fue el autor de la música de muchos de
los cantos de pasión: el Verbo Divino y Chistus Factus Est. El autor de la
letra de estas obras fue el P. José María de los Dolores Correa, C.O. cura de
la parroquia de San Miguel Arcángel, cuando se construyó la nueva torre.
Inquieto desde siempre, cuando cursaba el 4º. de primaria
organizó con sus compañeros un partido de beis bol para festejar el onomástico
de la maestra Paulina Gaudín del Instituto Las Casas” y así inició una carrera
de “vivir” el deporte. Más que como deportista activo se le vio como
organizador, colaborador y promotor deportivo. De sus inicios decía: “-en toda la ciudad éramos muy pocos y en
condiciones muy similares, había otros grupos, para no llamarlos equipos. Unos
jugaban en la plazuela del Fresno, comandados por Antonino Torres; en el
mercado se juntaban otros donde jugaban los hermanos Domínguez; en la plazuela
de San Felipe jugaban los López, capitaneados por Medardo; otro grupo jugaba en
Las Cachinches; estaba también el de la “Aurora”, que era el que nos ganaba a
todos; y a nosotros, el “Santo Domingo”. No había torneo, ni equipamiento, sólo
ganas de jugar y cada ocho días jugábamos en nuestros “campos”.
Con humildad refería que se inició como cartero en San
Felipe Torres mochas en 1942 en donde duró nueve años y tuvo por compañeros
aquí en San Miguel a don Salvador Soria (papá de Fray Francisco Soria, OFM),
don Merced Álvarez (abuelo de Chon Álvarez), Alberto Hernández (registrados),
Jorge Álvarez Rábago (timbres) y don Pepe Vázquez (giros). Trabajó también en
León donde disfrutó del futbol de su equipo consentido los Panzas Verdes; ahí
conoció a funcionarios del Banco Mercantil del Bajío quienes le propusieron venirse
cuando se abrió la sucursal de esta ciudad de la que fue trabajador fundador. Se
abrió en los bajos de la casa de la Familia Barroso. La razón social cambio más
adelante para ser Banco Mercantil de Guanajuato, luego Banco de Comercio y hoy
simplemente Bancomer.
La parte positiva de ese empleo fue trabajar con toda la
precisión necesario en un tiempo en que no existían las computadoras y las maquinas
sumadoras que sólo eran para el contador. Después de diez años de servicio, en
1960, se salieron: Luis Amaro para la Oficina Federal de Hacienda; don Paco
Garay se llevó a Víctor Zárate, David Cohen a Salvador Sánchez, Pancho Cuéllar
y él con Pepe Ortiz. -Como el horario lo permitía empezó a trabajar con el
Señor Maycotte en el Hotel “El Atascadero” donde quedó en la administración hasta
1970; cuando don Alfredo Aguirre de la Garza renunció a la gerencia del Club de
golf “Malanquín”. En su lugar se quedó brevemente Delfino Arellano y enseguida
él, donde estuvo nueve años al término de los cuales renunció para iniciar otra
aventura con don Miguel Romero en Dolores Hidalgo a quien sirvió varios años y
finalmente renunció para regresar a San Miguel. Aquí le ofrecieron el puesto de
Gerente en un centro nocturno, oferta que rechazó. El C.P. Sergio Hernández le
ofreció entonces un puesto en Derivados en donde duraría tres años al término
de los cuales volvió al Atascadero y luego a la gasolinera el Caracol donde estuvo
tres años para regresar nuevamente al Hotel. En 1997, el Arq. Rubén Pérez Mata le
ofreció integrarse a la administración municipal durante el periodo de don
Salvador García González siguiendo en la Comisión del Deporte a la que renunció
al terminar la Administración de Lucy Núñez.
El año pasado en el marco del Cuarto Congreso Internacional
del Deporte, celebrado en Poliforum de León y el cual va encaminado a la
capacitación y actualización del medio deportivo en sus diferentes ámbitos, más
de 650 congresistas estuvieron presentes para dar apertura a una edición más
del evento organizado por la Comisión de Deporte del Estado de Guanajuato.
Ahí, se llevó a cabo la ceremonia del Ingreso al Salón de la
Fama, personalidades que, por sus logros deportivos en pro de nuestra entidad,
fueron electos para formar parte de la historia en las modalidades de
deportista, entrenador, honoríficos y medios de comunicación. En esta última el
electo fue el popular “Capi” Correa. De sus 92 años ha pasado muchos de los
niveles deportivos, boxísticos y taurinos. En la actual administración
municipal siguió colaborando en COMUDE, ejemplo vivo de disciplina y con una
memoria privilegiada, dejó amistades en todos los lugares donde estuvo.
En varias ocasiones lo visité en su casa de Palmera 19,
Infonavit “La Luz”. Arrellanados en sendos sillones de su sala pasé varias
horas que fueron como hojear una enciclopedia de la ciudad; me inundaba con
recuerdos y experiencias acumulados en ya sus casi 92 años de vida. Su casa es
un homenaje a la sencillez y en ella hay, más que una egoteca, un altar al
agradecimiento de los muchos reconocimientos que recibió a lo largo de una vida
de trabajo y afición. Los que lo conocimos, bien pudiéramos preguntarnos ¿por
qué un hombre cuya vida fue el ser administrador en muchos lugares vivió con
esas limitaciones? La respuesta es muy sencilla: disfrutó de su trabajo y se
atuvo a su sueldo, disfrutó la vida, en la paz y preferió atesorar amistades y
ganarse el respeto de quienes lo tratamos. Y lo logró.
Hasta luego, “Capi”.
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