Por: Luis Felipe Rodríguez
Han pasado ya 26 años de aquel eclipse total de sol ocurrido en julio de 1991. Ese fenómeno nos dejó en San Miguel no sólo el recuerdo de aquellos largos minutos, sino que fue el marco espléndido para empezar a gozar de un espacio maravilloso. Sí, porque justo ese día fue elegido por CANTE para abrir al público las puertas del Jardín Botánico, El Charco del Ingenio. el rescate y la protección de un área de gran valor ecológico, paisajístico e histórico, por una parte, y por la otra la creación de un jardín botánico consagrado a la flora de las zonas áridas y semiáridas de México.
César Arias de la Canal relata que la preservación de El Charco del Ingenio fue el resultado de una iniciativa civil que surgió en 1989. Una organización mexicana dedicada a la promoción de proyectos ecológicos y culturales, CANTE, A.C. adquirió algunos terrenos sobre ambas laderas de la cañada, con un doble propósito:
La mayor parte del terreno adquirido se hallaba gravemente afectado por la actividad humana ancestral: tala, extracción de suelos, cacería, sobrepastoreo, incendios, desmonte, acumulación de basura entre otros. La propuesta original tomó forma mediante un plan maestro de arquitectura de paisaje, el cual proyectaba un amplio jardín botánico inmerso en un área natural de conservación. Un espacio consagrado al estudio, la valoración y disfrute de la naturaleza, abierto a la población local, asimismo se planteó como una opción sustentable, en función de su indudable potencialidad turística.
De inmediato se iniciaron las labores de limpieza y cercado del terreno, se emprendieron diversas acciones de restauración ambiental: construcción de bordos, zanjas y presas filtrantes para retener agua, humedad y suelo, así como la poda y el saneamiento de la vegetación existente, y la plantación restringida de especies nativas. La iniciativa fue respaldada desde su inicio por la autoridad federal, la cual otorgó el registro y los permisos de colecta correspondientes. Se hizo una infraestructura acorde al lugar y respetando el espacio original, senderos, plazas, miradores, áreas de servicio y exhibición.
En torno al predio original, y gracias a nuevos apoyos económicos, fue posible adquirir algunas fracciones adicionales y extender el sitio, hasta sumar 67 hectáreas. Una nueva e importante ampliación territorial tuvo lugar en 1994, cuando el municipio cedió en comodato una fracción adicional de 33 hectáreas, para establecer un parque natural y recreativo de carácter popular, de esta manera se sumó un total de 100 hectáreas, libradas de la expansión inmobiliaria y consagradas a un proyecto novedoso y sustentable de conservación ambiental.
La dinámica y la dimensión adquiridas por este proyecto de conservación impusieron la necesidad de crear una nueva organización, independiente de CANTE, dedicada específicamente al del jardín botánico y del área de preservación. Fue así que en 1998 surgió El Charco del Ingenio, A.C., la cual recibió en donación la totalidad de los predios e instalaciones, así como la colección de plantas mexicanas bajo resguardo del jardín botánico.
Por desgracia en 2008, nos dice Mario Arturo Hernández, director del Charco, les fue retirado el comodato sobre las 33 hectáreas municipales pues existía un proyecto educativo que desarrollaría la UNAM lo que, por desgracia, nunca se hizo efectivo y el proyecto universitario se llevó a León donde se levantó dicho campus. Esto propició que esa parte haya quedado un poco a la deriva en cuanto al destino anterior. Hoy quienes dirigen el proyecto del Charco del Ingenio hacen recomendaciones a los visitantes y labores de limpieza, pero legalmente ya no tienen potestad sobre él.
Se ha recibido el reconocimiento de variadas publicaciones, instituciones y grupos conservacionistas dentro y fuera del país, entre los cuales destaca el Premio Nacional al Mérito Ecológico, otorgado por el Gobierno Federal en 1995. La Comisión Nacional de Áreas protegidas lo certifico como un “Área destinada voluntariamente a la conservación del medio ambiente, es Miembro de la Asociación Mexicana de Jardines botánicos, A.C. y a la Agenda Internacional de Jardines Botánicos en Conservación, igualmente ha recibido el premio estatal al Mejoramiento y Conservación Ecológica y varios más. Durante su visita a México en octubre de 2004, el Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet y premio Nobel de la Paz, declaró cinco zonas de paz en el país, espacios consagrados a la conservación de la naturaleza y a la promoción de la paz en todo el planeta. Una de estas zonas de paz fue El Charco del Ingenio, por iniciativa de la Asociación Mexicana por los Derechos Humanos y la Paz.
El Charco del Ingenio presenta hoy en día una biodiversidad sorprendente. La extensión del terreno, así como su abrupta topografía y la presencia de cuerpos de agua, propician una creciente diversidad de vida silvestre. Después de 26 años de protección y restauración ambiental, el ecosistema se recupera, y plantas que se creían desaparecidas resurgen año con año. Son más de 600 las especies florísticas espontáneas, registradas recientemente dentro del área bajo custodia de la asociación. Lo mismo sucede con la fauna nativa en general, la cual encuentra el hábitat adecuado para su desarrollo y reproducción. Son más de 186 ya las especies de aves reportadas, tanto residentes como migratorias, más de 23 mamíferos y otras tantas de reptiles y peces.
El área de conservación comprende tres zonas:
A. El cañón, profundo tajo formado por peñas, cuevas, pozas y acantilados, es surcado por un arroyo de temporal y por el agua de un manantial permanente el cual brota sobre su poza principal: El Charco del Ingenio, goza de un microclima que permite un amplio y diverso rango de flora espontánea, desde las cactáceas hasta las plantas acuáticas, incluyendo diversas especies suculentas, plantas trepadoras y árboles de gran altura.
B. El humedal, desplegado sobre las riberas e islas artificiales de la Presa de las Colonias, cuerpo de agua permanente localizado en la parte central del área protegida. Además de los árboles arbustos que crecen en sus orillas y, junto con poblaciones de peces e invertebrados nativos, da sustento a numerosas especies de aves residentes y migratorias.
C. El matorral, extendido sobre las laderas más elevadas de la cañada y de la presa, cubre la mayor parte del área de conservación. Además de los arbustos se levantan mezquites y huizaches añosos, así como diversas cactáceas corpulentas como los garambullos, en forma de candelabro, nativas de la región. Además de algunas especies de variedad de aves y reptiles que pueden ser observadas en cualquier época del año.
En términos de manejo, el área de conservación está dividido en:
Ø El jardín botánico, zona de manejo intensivo y de servicios, el cual comprende centro de información, tienda, senderos de interpretación ambiental, miradores, colecciones de plantas y unidad de propagación.
Ø Zonas de reserva, sujetas a un programa de restauración pasiva, abiertas al público, pero de poca afluencia.
El Ayuntamiento decretó en enero de 2005 una Declaratoria de Zona de Preservación Ecológica que comprende no solo los terrenos propiedad o bajo custodia de la asociación, sino además diversos cuerpos de agua de la cañada, así como un área más amplia de amortiguamiento para contener y regular la expansión inmobiliaria en los linderos del área protegida.
Además de la gran diversidad de especies vegetales que crecen de manera espontánea en el área de conservación, el jardín botánico ha integrado a lo largo de años una extensa colección de plantas cactáceas procedentes de varias regiones de México; familia botánica de la cual México posee la mayor diversidad del planeta. Muchas de estas plantas están catalogadas como raras, amenazadas o en peligro de extensión, sobre todo a partir de su extracción y tráfico ilegales.
Los ejemplares bajo custodia de la asociación civil son exhibidos en distintas áreas del jardín botánico particularmente en el Conservatorio de Plantas Mexicanas (junto con especies acuáticas y peces nativos de la región). Se trata de una extensa colección que representa ante todo la biodiversidad en riesgo de nuestro país.
El Charco del Ingenio mantiene su registro ante la Secretaria del Medio Ambiente y recursos Naturales (SEMARNAT), como: Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA).
Además del elevado valor ecológico del Charco del Ingenio y sus zonas aledañas, el cual se manifiesta en la proliferación de la vida silvestre, resulta incuestionable el valor paisajístico de toda el área de conservación, la cual ofrece un escenario natural extraordinario en toda su extensión. Las zonas más espectaculares se hallan en las riberas de la Presa Las Colonias y, de manera sobresaliente, sobre las laderas del cañón, provistas de miradores naturales que permiten apreciar pozas y caídas de agua, peñascos, cuevas y enormes acantilados que emergen del fondo vegetal. Las paredes del cañón se abren hacia el poniente para descubrir un magnifico paisaje que abarca la presa del Obraje, San Miguel al pie del cerro, el amplio valle del río Laja y el horizonte lejano de la sierra de Guanajuato. El Charco del Ingenio es el nombre ancestral de una de estas pozas, encajada al fondo del cañón, a la cual la imaginación secular ha rodeado de espíritus y leyendas.
Sin duda la Declaratoria de Zona de Preservación Ecológica decretada por el Ayuntamiento representa un apoyo, pero no es nada sencillo enfrentar la trama de intereses inmobiliarios que se ciernen sobre el Charco del Ingenio.
Cada vez mayor cantidad de visitantes registrados cuyo origen diversificado se distribuye equilibradamente entre habitantes y residentes locales, visitantes del interior de la república y extranjeros de procedencias muy variadas. La red de senderos que surca prácticamente toda el área de conservación es utilizada a diario para caminar, correr, incursionar, andar en bicicleta o cabalgar. Uno de los atractivos adicionales que tiene es el reloj y calendario solar que causa cierta sorpresa para algunos por la desvinculación actual a diferencia de nuestros antepasados.
Además del uso recreativo generalizado, se ha perfilado desde el inicio como un espacio ceremonial para las comunidades de raíz indígena del municipio, las cuales se congregan para venerar la Santa Cruz del Charco del Ingenio. Es Cruz de Conquista, fue erigida durante la fundación del jardín botánico, en sincronía con el eclipse total de sol acaecido el 11 de julio de 1991. Durante una emotiva ceremonia, mayordomos y representantes de las comunidades locales de raíz indígena atestiguaron la fundación del jardín, sacralizando el área en pos del cuidado de los recursos naturales, de la cultura popular y de la unión y conformidad de las comunidades de San Miguel de Allende. Desde entonces y cada año se celebra en los terrenos del jardín botánico y del Parque Landeta la festividad de la Santa Cruz del Charco del Ingenio, con una gran concurrencia procedente de las zonas rurales y urbanas del municipio.
El Charco del Ingenio posee un valor adicional, el cual es sólo perceptible para los diversos sectores de la población local. Tal vez la magnificencia de esta cañada y la dificultad para acceder a ella, la han convertido en referencia para numerosas generaciones. Destino por excelencia para los días de “pinta” y los primeros escarceos de los enamorados, representa en el imaginario colectivo un lugar de misterios y leyendas. El estanque al fondo del cañón es la morada del Chan, ese misterioso ser del inframundo mesoamericano, guardián a veces traviesos y a veces terrible del Charco, quien a veces muestra su poder a quienes se atreven a acercarse. Y en los acantilados la famosa cueva del Chuchuy, aquel bandido legendario, gruta cuyo fondo nadie se atreve a explorar…
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